Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

lunes, 2 de enero de 2012

Carencias espirituales



Hay cosas que, entre los cristianos, deben ser descontadas como conocidas más temprano que tarde y como parte de ellas, lo que en Hebreos 6:1 se dice acerca de: “.......los rudimentos de la doctrina de Cristo.......” Cuando las bases del cristianismo estén bien cimentadas en nosotros y ya no necesitemos que se nos vuelva a enseñar sobre lo mismo, ese va a ser el tiempo y el momento en el que debemos dar un paso cuantitativo, hacia adelante, en nuestra madurez espiritual. Debemos considerarnos a nosotros mismos, en principio, y en la necesidad de los demás, en materia espiritual.

Cuando empezamos a observar la, o las carencias espirituales de cualquier hermano, cuales quieran que estas sean; nunca pensemos en función de nuestra “superioridad”, frente a tales hermanos, porque si ese es el caso, nosotros también estamos transgrediendo con soberbia y vanidad. No es fortuito que nosotros nos enteremos de los pecados de otros; hay un motivo muy claro que nosotros debemos descubrir. Frente a la contingencia de conocer la comisión de cualquier pecado, por alguno de nuestros hermanos, lo primero que debemos preguntarnos, frente a esa realidad, es: ¿Cuál es la voluntad de Dios, para que yo tenga ese conocimiento? Ciertamente que no es para ufanarnos de que nosotros no pecamos de esa manera, no. Lo mejor que podemos hacer es: Remitirnos a las escrituras. Pablito dice en Gálatas 6:1: “.......Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.......”

La presuposición es que: El que descubre una falta, es más espiritual que el descubierto; por lo menos en la transgresión descubierta. A reglón seguido podemos ver que hay una instrucción que debiera ser tomada como mandamiento y ese mandamiento es el de restaurarle y que dicha restauración tiene la condición de ser hecha con mansedumbre. La razón por la que debe y tiene que ser así, es para que nosotros también seamos restaurados, de la misma manera, en el supuesto no negado que caigamos en pecado.

Evidentemente que, al tener mayor conocimiento de la voluntad de Dios, asumimos también mayores responsabilidades y de entre ellas existen algunas como las de dar aliento a quienes lo necesitan; bien sea porque pecaron y necesitan ser restaurados o porque están débiles por cualquier motivo. Esta exortación la hace Pablito en 1 Tesalonicenses 5:11 “.......Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.......” Aquellos que ya están bien arraigados en la fe del Señor y conformados en su amor, deben empezar a edificar sobre sí mismos y sobre quienes los rodean. Debemos entrar en la práctica de este ejercicio, como Iglesia.


La fe en Dios y en la de su hijo Jesucristo, es la base de la constitución espiritual de todo cristiano y mediante ella nos atrevemos, más y más,  a realizar mayores y mejores acciones cada vez; tanto individual como comunitariamente. Tenemos numerosos ejemplos históricos y de entre ellos se destaca la fe que tuvieron los judíos, en Dios, acerca de lo que este haría para que los judíos conquisten Jericó, cuando recién empezaban a entrar a la tierra prometida. En Hebreos 11:30 se nos dice que la fe actuó junto con el querer y el hacer “.......Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días........” No fue una fe esporádica, fue algo concentrado por cientos de miles de personas que creyeron lo que Dios estaba ordenando para obtener los resultados conducentes a la conquista de la tierra prometida. Imaginémonos lo que pudiéramos hacer nosotros si  también nos concertáramos, de la misma manera, para alcanzar los objetivos que nos propusiéramos como Iglesia.

Debemos estar muy atentos con los hermanos más entusiastas de la congregación, sin importar la edad que tengan. Muchas veces encontramos, dentro de las congregaciones, personas de la tercera edad que tienen una disposición extraordinaria para poner el hombro en todas las actividades de la Iglesia. Estos son los que tienen que ser honrados y encaminados en programas que contribuirán con el crecimiento espiritual de toda la congregación. No es en exclusiva que debemos escoger a estas personas, puesto que si los entusiastas son jóvenes, con mayor razón debemos escogerlas.

Judas 23 dice: “.......A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.......” Una de las mejores formas de salvar a los perdidos es, literalmente, arrebatándolos del fuego que los consume y ello se logra por medio del compromiso que tenemos con Dios, porque al estar bien arraigado nuestro compromiso y nuestra fe, no escatimaremos esfuerzos en alcanzar a aquellos que aun no saben nada o saben muy poco de Dios y de Cristo; o que, sabiendo mucho de Dios y de Cristo, tienen el corazón endurecido. Muchas de estas personas no escuchan ninguna palabra, de ánimo sincero, por mucho tiempo y si nos abocamos a prodigárselas, muchos de ellos, tarde o temprano se han de decidir por Cristo por el ánimo y exortación que les dispensamos. En el trato con los desgraciados, consuetudinarios, hay que tener especial cuidado, en otras palabras, hay personas que nunca se van a convertir al cristianismo.

Tenemos la predestinación de participar de la naturaleza divina de Dios y una forma clara de alcanzarla es la que nos dice Pedrito en 2 Pedro 1:3-7 “.......Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor........” Para estar aptos, delante de Dios y de los hombres, para mayores y mejores realizaciones; reflexionemos, debemos considerar que tenemos frente a nosotros una carrera en la que tenemos que competir y en la que tenemos que ganar, alcanzando las metas que se nos imponen.


Los quiero mucho.

Que el señor Dios, todopoderoso, bendiga la palabra en Uds. para fructificarla, en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

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