Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

jueves, 22 de septiembre de 2011

¿Cómo encontrar nuestro lado oculto?

Himno: 

El lado oculto

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Para encontrar nuestro lado oculto, debemos reconocer que este existe. Para reconocer que existe un lado oculto en nuestras vidas, debemos identificarlo. Para identificar la existencia de un lado oculto en nuestras vidas, es necesario hacer un ejercicio de meditación en donde nos preguntemos si nos estamos presentando, delante de los demás, como seres íntegros que no tienen de qué avergonzarse, tal como lo impele Pablito en 2 Timoteo 2:15 cuando nos dice: “…….Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad…….” Realmente, no es más importante presentarse, delante de los demás, como alguien impoluto; sino que es más importante hacerlo delante de Dios, porque al hacerlo, tenemos la seguridad de la imposibilidad de mantener ningún lado oculto de nuestra personalidad, delante de Él; esto no sucede con la gente. En este punto debemos dejar en claro que, cuando decimos lado oculto, lo hacemos en referencia a un lado oculto de nuestra personalidad, de nuestra forma de ser, de nuestra esencia; no de nuestros recuerdos históricos sino de nuestra forma actual de actuar, de nuestro presente. Cuando se mantiene oculta, a quien quiera que sea, una parte de nuestra personalidad, es porque esta nos avergüenza y tememos la reacción que pudieran tener las personas a quienes se la ocultamos, independientemente de la extracción sociocultural a la que estas pertenezcan, sean estas filiales, fraternales o indiferentes. Cuando esto sucede, nos constituimos en hipócritas y pasamos a engrosar las filas de los que, en términos generales, transgreden las leyes naturales de Dios. Las leyes naturales de Dios son todas aquellas que, sin necesidad de haberlas estudiado, las conocemos por intuición porque están grabadas en nuestros corazones, según la promesa de Dios repetida por Pablito en Hebreos 10:15-17 “…….Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos: Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones…….” Esto significa que todo hombre conoce perfectamente si aquello que hace es bueno o malo. No es nada fácil vivir con la carga de una conciencia sucia por las malas acciones que el hombre comete. Puede que exista una apariencia de ecuanimidad, tranquilidad y cordura, pero siempre existirá un fuero interno de inconformidad, desasosiego y tribulación ardiente que no puede ser aplacado sino con la intervención directa de Dios perdonándonos. No es sabio mantener pecados ocultos, formas de conductas reprochables y actitudes negativas, porque tarde o temprano, nos llevarán a nuestra destrucción. Es conveniente ser humildes y uno de los primeros pasos para conformar la humildad dentro de nuestro ser, es el reconocimiento de nuestros pecados y su posterior confesión, previo arrepentimiento. Santiago 4:8 nos dice: “…….Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones…….” Lo primero que debemos reconocer es la ofensa que le hemos causado a nuestro Dios por haber hecho caso omiso a los dictados que hace en nuestros corazones. Cuando cualquier persona empieza a pensar en cometer algo malo, ese solo pensamiento hace que se active, dentro de nosotros, un sistema de alarma temprana que nos hace sentir que, aquello malo en lo que hemos pensado, nos va a hacer sentir mal y realmente, empezamos a sentirnos mal, antes de cometer la mala acción y ese sentimiento es suficiente, sin temor a equivocarnos, para detenernos en las comisiones de todos los males habidos y por haber. El gran problema surge cuando, conforme pasa el tiempo, aplazamos sistemáticamente ese sistema de alarma temprana que Dios ha puesto en todos nosotros por medio de su Espíritu Santo y nos empezamos a conformar con la comisión de pecados de manera consuetudinaria y aquella voz de alarma que antes sentíamos como si estuviéramos en el centro de un salón lleno de sirenas que a la vez sonaban, ahora se convierte en, apenas, como si fuera una gota de agua que cae en una tina. La conformidad con el Espíritu Santo de Dios, cuando nos habla al corazón, nos lleva a mejores y mayores realizaciones que hacen de nuestra vida una de esplendidez, alegría, gozo y regocijo continuo que tendrá su corolario cuando nos fundamos para siempre con Dios. No hay nada mejor que vivir con alegría y sencillez de corazón; como lo hacían los primeros cristianos en el primer siglo. Dice Hechos 2:46:
“…….Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón…….” Virtualmente, casi todos los cristianos, mantuvimos también un lado oculto de nuestras vidas, de manera que, al saber lo que eso significa, nos permite hablar con propiedad acerca de sus inconveniencias y de la libertad de andar sin ellas. Es como si nos hubiéramos quitado un lastre pesado que no nos permitía actuar libremente. No es posible hablar, con propiedad, del significado de tener o no tener consigo un lado oculto en nuestras vidas, cuando estamos inmersos, nosotros mismos, en aquel lado oculto. Lo más que podemos hacer es una especie de balbuceo que no cumplirá su cometido. Debemos perseguir y conseguir la autoridad con la que hablaba nuestro señor Jesucristo y para ello es necesario librarnos de todo peso de pecado; de aquel lado oculto de nuestra vida. Ya lo ha dicho Jesús en
Mateo 11:30: “…….porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga…….”

Cuando el Espíritu Santo de Dios está de nuestra parte, tenemos la seguridad que es Él quien se expresa por nuestro corazón y nuestra mente y tenemos la seguridad que habrá quienes nos escuchen y se beneficien de lo que Dios les está diciendo a través de nosotros y ahí radica la importancia del mantenimiento de nuestra integridad, sin lados oscuros de nuestra personalidad. Reflexionemos. Los quiero mucho. El señor Dios, todopoderoso, bendiga su palabra en Uds.; en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo.