Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

sábado, 28 de mayo de 2011

Redimirnos de toda iniquidad



La entrega de Dios a los hombres, en Cristo Jesús, es un hecho histórico sin parangón; en este se establece el meridiano de los tiempos, después de los cuales ya nada es igual porque Dios, en Cristo Jesús, invita al hombre a ser uno con Él, de modo que nuestra individualidad se diluye en Él y la de Él en nosotros. Sin embargo, para que esto suceda, es menester inclinar el oído a sus razones, reconociendo nuestra iniquidad; porque si no existe este reconocimiento no puede existir la redención de nuestros pecados. El perdón de Dios lo adquirimos en tanto y en cuanto nos sometamos a sus preceptos, los cuales no son, en ningún modo, gravosos. Una vez que nos alineamos con los dictados de Dios, pasamos a constituir, con quienes así lo hicieron, el nuevo pueblo de Dios que, a diferencia del antiguo, es celoso de buenas obras.  Tito 2:14 ".......quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras......." No hay relación con Dios en exclusiva, es necesario comulgar con quienes, como nosotros, se han liberado de las iniquidades de este mundo; esta comunión es la que establece los vínculos más imperecederos que pueden existir en un grupo social y si nuestro norte ha de ser, entre otras cosas, hacer el bien; mejor.

La gracia de Dios no es otra cosa que el regalo de Dios, la dádiva de Dios, su presente a los hombres, la demostración de su amor, la excelencia de su cuidado para con nosotros porque, entregar a su hijo Jesucristo para que muera por nosotros en una cruz por causa de nuestros pecados, es un desprendimiento que, posiblemente, no pueda ser hecho por ninguno de nosotros, salvo honrosas excepciones. Es por eso, también, que Abraham fue constituido como el padre de la fe porque, precisamente, el no escatimó matar a su hijo Isaac cuando Dios se lo pidió, porque creyó que, el mismo que le dijo que en Isaac le sería llamada descendencia (Génesis 21:12), podía restituirlo después de habérselo pedido en sacrificio, esperanza sobre esperanza. Nuestro deseo es que, la gracia que hemos alcanzado, alcance también a todo el mundo y para ello debemos exponer, siempre, la vida y obra de nuestro señor Jesucristo para que los que oigan le puedan amar como nosotros lo hacemos. Efesios 6:24 ".......La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén......." El constituir en nosotros un amor inalterable, es el fruto de nuestra perseverancia en bien hacer, nuestra disposición a entender lo que Dios nos dice, nuestro anhelo de conocerle más y más.

El hombre de fe es uno de acción, uno que ejercita su fe por medio de las buenas obras; no se limita a creer sino que se afana en hacer lo bueno, dejando de hacer lo malo. Hay quienes tienen el cinismo de preguntar acerca de lo que es lo bueno y se hacen los morlacos, como si no supieran lo que es bueno y malo. Todos tenemos el conocimiento de lo bueno y de lo malo porque, en Adán y Eva, el hombre conoció el árbol de la ciencia del bien y del mal, cuando transgredió las ordenanzas de Dios con respecto a este punto y esto fue la causa por la que se les vedó el acceso al árbol de la vida, que estaba en el paraíso y se les expulsó del mismo, para que no lo alcancen. Acceder al árbol de la vida es acceder al paraíso, a un estado de cosas en las que no nos contaminamos con los pecados del mundo sino que nos cuidamos con la fuerza del Espíritu Santo de Dios y aunque estamos en su gracia, en virtud de la sangre derramada por Jesucristo, aun no estamos frente a frente delante de Dios. El conocimiento de todas las cosas de Dios no es garantía del alcance de su gracia; la mejor garantía es la sucesión de momentos continuos de comunión con Él. Tito 1:16 ".......Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra......"

Todo el espectro de personalidades que pudieran haber dentro de la Iglesia, son tocadas en el libro de Tito, capítulo 2 del Nuevo Testamento y en él se hace reiterados énfasis en la necesidad de manejarse correctamente delante de Dios. Estas exhortaciones son importantes y necesarias porque Dios sabe que con ellas nosotros somos redargüidos de pecados y enseñados a una mejor manera de vivir la vida, delante de Dios y de los hombres. Debemos ser ejemplo en todo, es muy conveniente que seamos mirados de manera especial por la gente porque nos constituimos en referentes sociales a favor de Dios y de Cristo, de modo tal que cuando nos conducimos delante del mundo, ellos puedan ver, sin esfuerzo, el amor de Dios en cada una de nuestras más mínimas acciones, palabras, gestos y miradas. Habla a los ancianos, a las ancianas, a los jóvenes y a los siervos. Dice, por ejemplo, en Tito 2:3: ".......Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien......." A pesar de toda la enseñanza que podemos encontrar en las Escrituras, hemos de prestar especial cuidado al Espíritu Santo de Dios cuando nos habla acerca de lo que nos conviene y lo que no conviene hacer, en todo caso, hacer los dos ejercicios es el mejor consejo.

Cuando comparamos las ordenanzas del Antiguo Pacto con las exhortaciones del Nuevo Pacto, podemos darnos cuenta que aquel era más difícil de cumplir y su realización, desde nuestra visión contemporánea, nos pudiera parecer como absurda. Cosas como las que se narran en Levítico 1:15: ".......Y el sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará que arda en el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar......." se encuentran totalmente desfasadas en relación con el conocimiento de nuestro señor Jesucristo. No negamos que, en su momento, sirvió para guiar a quienes fueron el pueblo de Dios, sin embargo y por causa de haber matado a Cristo, perdieron dicha condición hasta hoy. Lo paradójico es que, actualmente, los israelíes pretenden restablecer ese Antiguo Pacto; profesan conocer a Dios y desconocen, olímpicamente, a nuestro señor Jesucristo. A pesar de todas las circunstancias históricas que existen y que abonan en contra del pueblo judío, Dios sigue siendo magnánimo con ellos puesto que, al igual que a nosotros, también los recibe nuevamente como a hijos, en tanto y en cuanto reconozcan sus pecados de manera individual para que sean constituidos nuevamente como hijos de Dios, abrazando la fe de Cristo.......