Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

jueves, 24 de marzo de 2011

Se nos testifica de la verdad.



El Consolador es el Espíritu Santo y el Espíritu Santo es el Espíritu de verdad. El mundo no puede recibir al Espíritu de verdad porque no le ve ni le conoce, pero los cristianos sí le conocemos porque mora en nosotros y siempre estará en nosotros. Antes, también nosotros, no le veíamos ni le conocíamos y por eso no le podíamos recibir; pero al verlo y conocerlo, le recibimos como cosa anhelada y deseada; y al recibirle, permanece en nosotros y estará para siempre en nosotros. Él es quien nos guía a toda verdad y no hay verdad que no podamos conocer si permanecemos en él; no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere y nos hará saber las cosas que han de venir. Podemos distinguir entre quién es de Dios y quién no. Cuando somos de Dios y hablamos de Dios (porque los que somos de Dios hablamos de Dios), los que son de Dios nos oyen y los que no, no nos oyen. Esa es la forma de conocer el espíritu de error y el espíritu de verdad. Debemos practicarlo para que siempre estemos con el Espíritu de verdad y no con el del error.

Pude ver en el documental "Presunto Culpable", los horrores que pueden causar testigos falsos que dicen mentiras, en comparación con los testigos verdaderos que no mienten, porque bien dice Proverbios 14:15 ".......El testigo verdadero no mentirá; Mas el testigo falso hablará mentiras......." Algunos piensan que mentir es bueno y mienten pensando que están haciendo un bien, pero no se dan cuenta que se están haciendo un daño a sí mismos y a los demás y que, tarde o temprano, sus mentiras los alcanzarán. Cuando la mentira alcanza a alguien y este alguien es descubierto por aquella mentira, la vergüenza que se produce es avasalladora y denigrante, aunque haya quien no se avergüence. Esos, llamados sinvergüenzas, tendrán un fin aterrador porque sufrirán una eternidad en el infierno. Hay quienes no se persuaden y no tienen miedo. Nosotros tenemos miedo de este final pero no vivimos atemorizados, sino que vivimos gozosos de la certeza de un mejor porvenir, de la presencia del Espíritu de verdad en nuestras vidas y enemigos de la mentira.


Hay quienes mueren por la verdad y quienes por la verdad matan. Nosotros podemos morir por la verdad pero no matar por la misma. Porque matar por la verdad no está en nuestro presupuesto, más sí, por ella morir. Del mismo modo hay quienes han muerto por causa de la mentira y quienes han salvado el pellejo por la misma. Frente a tales contingencias debemos estar a favor de la verdad siempre y en contra de la mentira. Cuando se descubría, en tiempos pasados, que una mujer desposada, lo había hecho sin ser ya virgen; el descubrimiento de tal verdad la condenaba a la lapidación; más Cristo hizo ver que, para poder lapidar a alguien, los tales tenían que estar libres de culpa; tal como lo narra Juan 8:1-11 que en su parte más significativa dice: ".......Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella......." Si nuestra obediencia no es perfecta, no tenemos ninguna autoridad para castigar ninguna desobediencia de nadie; tanto en la Iglesia como en la sociedad. Es la importancia de andar en la verdad.


El testimonio que tenemos acerca de Cristo, lo tenemos por causa del Espíritu de verdad;  porque, al proceder del Padre, solo testifica de la verdad porque le es imposible testificar sobre la mentira por ser antípoda, la tal posición. Si se nos testifica de la verdad y estamos en la mentira, no podemos concebir la verdad como natural, el espíritu de mentira no nos permite ver la verdad o la vemos a medias sin que la gocemos y entonces la negamos, aunque sea verdad, porque no la concebimos como tal al estar sumergidos dentro de la mentira. Escuchamos la verdad y no la creemos, alegamos, pataleamos, nos incomodamos, renegamos, no la podemos concebir. Cuando estamos sumergidos en la verdad, cuando el Consolador está con nosotros, cuando lo hemos recibido, mandado del Padre, por el Hijo. Entonces estamos en la verdad y somos de la verdad y la verdad siempre estará con nosotros hasta el fin y pasamos a ser verdad también nosotros y no podemos tolerar la mentira y nuestras entrañas se revuelven cuando hay mentira cerca de nosotros, porque el Espíritu de verdad nos lo dice.


La palabra de Dios no puede actuar en los que no creen, solo en los que creen; en los que no creen actúan las maldiciones que para ellos están establecidas y en los que creen, las bendiciones. Todos los cristianos agradecemos a Dios por aquellos que reciben su palabra cuando la hablamos, cuando la decimos, cuando nos referimos a ella; no la reciben como si fuera palabra nuestra sino que la reciben como lo que es; como la Palabra de Dios; porque, en verdad, es la palabra de Dios y no palabra de hombres porque: ¿De dónde sacaremos nosotros tan excelsas maravillas para que las hablemos como si fueran de nosotros? No hay de dónde, sino tan solo de Dios y es por eso que se convierte en menester, nuestro gozo y alegría, de recibir a quienes recibieron, reciben y recibirán la tal palabra, porque bien nos escuchan. No hay manera de recibir las bondades y bendiciones de Dios, sino a través de su palabra, cuando las escuchamos y nos hacemos de ellas, cuando las creemos y no solamente cuando las creemos sino que también, cuando las practicamos.......Los quiero mucho.