Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

sábado, 1 de enero de 2011

Ahora os jactáis.



Siempre será muy bueno tener satisfacción por causa del trabajo que hacemos a favor de la proclamación del Evangelio de Dios porque, haciéndolo, nos convertimos en instrumentos en las manos de Dios y ser un instrumento en las manos de Dios es un privilegio que, personalmente, no lo cambiaría por nada del mundo. En este punto es menester recordar que, a pesar de todo lo que buenamente pudiéramos hacer a favor de la difusión de la Palabra de Dios la "jactancia" que eventualmente pudiéramos tener, es mesurada por el recuerdo de Lucas 17:10 que nos dice: ".......Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos......." En todo caso, nuestra admiración proviene del poder del Espíritu de Dios que actúa en y con nosotros, como cuando actuó con Pablito quien en Romanos 15:19 dijo: ".......con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo......."


No es que la cibernética nos dé, solamente, mayores y mejores facilidades para la predicación sino, más bien, se podría decir que nos ha arrebatado las "excusas" para no hacerlo porque sin importar ni la fecha ni la hora ni, casi, ninguna otra condición, el ciberespacio está abierto las 24 horas del día para predicar; bien sea a una o a miles de personas. La única condición es estar bien en la presencia de nuestro Dios, es decir, estar en comunión. Cuando esto es así, Él se complace en asistirnos por medio de su Espíritu y esa recreación es inefable para los que nos dejamos guiar. No es que nuestra sapiencia sea la que se destaca sino que es el propio Dios que se manifiesta a través de ella según sea que nos abramos a ella o nos cerremos.


A mayor conocimiento e involucramiento en el estudio, análisis y meditación de las cosas de Dios y en las "mundanas" también, más consolidación en los conceptos y aplomo en lo establecido pero, también, un refinamiento de los ardides del maligno para que "pisemos el palito" de la vanidad, vanagloria y suficiencia como si los conocimientos que adquirimos provengan de nosotros mismos cuando, en verdad, provienen de Dios. Nuevamente salta a la palestra nuestro querido Pablito para recordarnos que: ".......Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno......." (Ro. 12:3).


Podemos jactarnos, hasta cierto punto, de las cosas que hacemos, o hemos hecho, siguiendo los dictados de Dios, las otras jactancias pueden ser malas. Creo que hay jactancias humildes y las hay de las malas también como nos lo dijo Pablito al escribirle a Santiago: ".......Ahora os jactáis en vuestras soberbias. Pero Toda jactancia semejante es mala......." Normalmente, aquella jactancia mala, se refiere al alardeo que podemos hacer por causa de nuestro "poder", cualquiera que este sea; desde los de carácter doméstico y privado hasta los de carácter público y/o mundial. Los unos y los otros tienen el viso de pecado y es menester alejarse de ellos. Los quiero mucho.......