Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

lunes, 30 de mayo de 2011

Se determina por su naturaleza



Hay gente que piensa que pueden hacer los que les da la gana con su cuerpo y tienen razón, pero tienen que pagar las consecuencias de sus malas acciones o cobrar los beneficios de las buenas. La potencialidad de nuestro cuerpo es increíble; con él podemos hacer cosas maravillosas y también perversas. El establecimiento de nuestras decisiones está enmarcado, inexorablemente, entre el bien y el mal, y no podemos hacer cosas que salgan de este marco porque su lineamiento ha sido establecido por Dios. Vistas las cosas así, hemos de aquilatar, sopesar, meditar y pensar lo que verdaderamente nos conviene hacer, antes de hacerlo. Claro que hay a quienes no les interesa, bajo ningún concepto, la categoría en la que puedan caer sus acciones; estos son los que se han pervertido y viven desvergonzados, siendo dominado por sus pasiones, dando rienda suelta a sus bajos instintos y claro, tienen quienes los secundan de muchísimas maneras. De todos los pecados el más vinculante resulta ser el de la fornicación, porque interviene todo el cuerpo y no parte.


Todos los miembros de nuestro cuerpo tienen una función específica que se determina por su naturaleza, de modo que no es posible ni dable que soslayemos dicha connotación para "investigar, probar o curiosear" otras que puedan desviar las establecidas por la naturaleza. La historia está llena de acontecimientos en donde, quienes trataron de establecer otro tipo de funciones a sus cuerpos, fracasaron rotundamente. Franz Riechelt pensó que podía volar con unas alas diseñadas por Leonardo Da Vinci y pensando en esto, se arrojó con dichas alas construidas por él y no pudo volar nunca sino que se estrelló contra el suelo muriendo al instante. Aunque esta acción fue mala, no fue pecaminosa; quizá su pecado haya sido no meditar, concienzudamente, la consecuencia de su accionar; no sé, no puedo ni debo juzgar (en este caso). El asunto es que murió por un error de cálculo y eso es irremediable. Sin embargo, existen otras cosas que sí se pueden remediar y deben ser remediadas cuando caemos en cuenta que, lo que hicimos, estuvo mal hecho.


Lo mejor que podemos hacer con nuestro cuerpo es dedicarlo a Dios completamente. Eso quiere decir que todas nuestras acciones deberán ser signadas con el viso de buenas y no de malas porque hacer cosas malas siempre ha redundado en contra de quienes las hacen. Son millones de millones las historias que se han tejido, desde que el mundo es mundo, y todas ellas pueden ser, han sido y serán catalogadas como buenas o como malas; considerando que las historias que no pueden ser definidas ni como buenas ni como malas por el hombre, por causa de la ambigüedad de quienes las vivieron; por Dios ya han sido catalogadas como malas puesto que Él lo definió de esta manera cuando dijo que, a estos, los vomitaría de su boca. El cuerpo de los seres humanos no ha sido diseñados para la promiscuidad en el sexo sino para recibir al Señor para andar con Él por siempre. Aun cuando el cuerpo será destruido por la muerte, no es menos cierto que resucitaremos con el mismo poder conque resucitó de entre los muertos nuestro Señor Jesucristo.


La connotación espiritual del sexo es que, cuando tenemos relaciones sexuales, nos hacemos un cuerpo con quien la practicamos y si somos un cuerpo con quien hemos decidido hacerlo, no podemos romper ese vínculo para hacerlo con otra persona. Por lo menos no debemos porque no fuimos hechos para tener sexo de manera promiscua sino que Dios estableció que el hombre se una con su mujer y que sean una sola carne. La unión debe ser perpetua, no ocasional y no solo para satisfacer nuestro deseo y recibir satisfacción egoísta, no, Dios no hizo las cosas así porque sabía Dios, antes de establecerlo así, que el el hombre sufriría las consecuencias de su promiscuidad. ¿Es necesario recrearnos en las innumerables experiencias frustrantes que han sucedido alrededor nuestro durante nuestra vida o las que nos sucedieron a nosotros? Si sabemos que el fuego quema ¿de dónde la necedad querer meter las manos al fuego para "probar"? Los cristianos nos hemos hecho uno con Cristo, espiritualmente y somos miembros de su cuerpo.


Pecar contra nuestro propio cuerpo es execrable y debemos aborrecerlo hasta la muerte, es la única garantía de salir incólumes en la guerra que tenemos contra las huestes espirituales de maldad, de otro modo, téngalo por seguro, nos condenaremos por la eternidad. Vale la pena vivir una vida corta de "privaciones" a una eternidad de condenación y sino, pregúntenle al rico y a Lázaro. Cuando nos bautizamos voluntariamente, siguiendo las instrucciones de Dios, el Espíritu Santo de Dios desciende sobre nosotros y se hace uno con nosotros, de modo que pasamos a ser hijos de Dios después de haber recibido el perdón de nuestros pecados. Es natural y evidente que si somos hijos de Dios, es porque hemos renunciado a todo lo mundano puesto que nos arrepentimos de lo malo que hicimos y Dios, en su suprema sabiduría y gran amor nos perdona porque confesamos el nombre de nuestro Señor Jesucristo como el propiciador de nuestros pecados. Nunca podemos ni debemos olvidar que fue Jesucristo el que murió por nuestros pecados y no nosotros.......


1 Corintios 6:12-20 

 12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.    13 Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.
    14 Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.
    15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.
    16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.(B)
    17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.
    18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
    19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros,(C) el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
    20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.


sábado, 28 de mayo de 2011

Redimirnos de toda iniquidad



La entrega de Dios a los hombres, en Cristo Jesús, es un hecho histórico sin parangón; en este se establece el meridiano de los tiempos, después de los cuales ya nada es igual porque Dios, en Cristo Jesús, invita al hombre a ser uno con Él, de modo que nuestra individualidad se diluye en Él y la de Él en nosotros. Sin embargo, para que esto suceda, es menester inclinar el oído a sus razones, reconociendo nuestra iniquidad; porque si no existe este reconocimiento no puede existir la redención de nuestros pecados. El perdón de Dios lo adquirimos en tanto y en cuanto nos sometamos a sus preceptos, los cuales no son, en ningún modo, gravosos. Una vez que nos alineamos con los dictados de Dios, pasamos a constituir, con quienes así lo hicieron, el nuevo pueblo de Dios que, a diferencia del antiguo, es celoso de buenas obras.  Tito 2:14 ".......quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras......." No hay relación con Dios en exclusiva, es necesario comulgar con quienes, como nosotros, se han liberado de las iniquidades de este mundo; esta comunión es la que establece los vínculos más imperecederos que pueden existir en un grupo social y si nuestro norte ha de ser, entre otras cosas, hacer el bien; mejor.

La gracia de Dios no es otra cosa que el regalo de Dios, la dádiva de Dios, su presente a los hombres, la demostración de su amor, la excelencia de su cuidado para con nosotros porque, entregar a su hijo Jesucristo para que muera por nosotros en una cruz por causa de nuestros pecados, es un desprendimiento que, posiblemente, no pueda ser hecho por ninguno de nosotros, salvo honrosas excepciones. Es por eso, también, que Abraham fue constituido como el padre de la fe porque, precisamente, el no escatimó matar a su hijo Isaac cuando Dios se lo pidió, porque creyó que, el mismo que le dijo que en Isaac le sería llamada descendencia (Génesis 21:12), podía restituirlo después de habérselo pedido en sacrificio, esperanza sobre esperanza. Nuestro deseo es que, la gracia que hemos alcanzado, alcance también a todo el mundo y para ello debemos exponer, siempre, la vida y obra de nuestro señor Jesucristo para que los que oigan le puedan amar como nosotros lo hacemos. Efesios 6:24 ".......La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén......." El constituir en nosotros un amor inalterable, es el fruto de nuestra perseverancia en bien hacer, nuestra disposición a entender lo que Dios nos dice, nuestro anhelo de conocerle más y más.

El hombre de fe es uno de acción, uno que ejercita su fe por medio de las buenas obras; no se limita a creer sino que se afana en hacer lo bueno, dejando de hacer lo malo. Hay quienes tienen el cinismo de preguntar acerca de lo que es lo bueno y se hacen los morlacos, como si no supieran lo que es bueno y malo. Todos tenemos el conocimiento de lo bueno y de lo malo porque, en Adán y Eva, el hombre conoció el árbol de la ciencia del bien y del mal, cuando transgredió las ordenanzas de Dios con respecto a este punto y esto fue la causa por la que se les vedó el acceso al árbol de la vida, que estaba en el paraíso y se les expulsó del mismo, para que no lo alcancen. Acceder al árbol de la vida es acceder al paraíso, a un estado de cosas en las que no nos contaminamos con los pecados del mundo sino que nos cuidamos con la fuerza del Espíritu Santo de Dios y aunque estamos en su gracia, en virtud de la sangre derramada por Jesucristo, aun no estamos frente a frente delante de Dios. El conocimiento de todas las cosas de Dios no es garantía del alcance de su gracia; la mejor garantía es la sucesión de momentos continuos de comunión con Él. Tito 1:16 ".......Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra......"

Todo el espectro de personalidades que pudieran haber dentro de la Iglesia, son tocadas en el libro de Tito, capítulo 2 del Nuevo Testamento y en él se hace reiterados énfasis en la necesidad de manejarse correctamente delante de Dios. Estas exhortaciones son importantes y necesarias porque Dios sabe que con ellas nosotros somos redargüidos de pecados y enseñados a una mejor manera de vivir la vida, delante de Dios y de los hombres. Debemos ser ejemplo en todo, es muy conveniente que seamos mirados de manera especial por la gente porque nos constituimos en referentes sociales a favor de Dios y de Cristo, de modo tal que cuando nos conducimos delante del mundo, ellos puedan ver, sin esfuerzo, el amor de Dios en cada una de nuestras más mínimas acciones, palabras, gestos y miradas. Habla a los ancianos, a las ancianas, a los jóvenes y a los siervos. Dice, por ejemplo, en Tito 2:3: ".......Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien......." A pesar de toda la enseñanza que podemos encontrar en las Escrituras, hemos de prestar especial cuidado al Espíritu Santo de Dios cuando nos habla acerca de lo que nos conviene y lo que no conviene hacer, en todo caso, hacer los dos ejercicios es el mejor consejo.

Cuando comparamos las ordenanzas del Antiguo Pacto con las exhortaciones del Nuevo Pacto, podemos darnos cuenta que aquel era más difícil de cumplir y su realización, desde nuestra visión contemporánea, nos pudiera parecer como absurda. Cosas como las que se narran en Levítico 1:15: ".......Y el sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará que arda en el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar......." se encuentran totalmente desfasadas en relación con el conocimiento de nuestro señor Jesucristo. No negamos que, en su momento, sirvió para guiar a quienes fueron el pueblo de Dios, sin embargo y por causa de haber matado a Cristo, perdieron dicha condición hasta hoy. Lo paradójico es que, actualmente, los israelíes pretenden restablecer ese Antiguo Pacto; profesan conocer a Dios y desconocen, olímpicamente, a nuestro señor Jesucristo. A pesar de todas las circunstancias históricas que existen y que abonan en contra del pueblo judío, Dios sigue siendo magnánimo con ellos puesto que, al igual que a nosotros, también los recibe nuevamente como a hijos, en tanto y en cuanto reconozcan sus pecados de manera individual para que sean constituidos nuevamente como hijos de Dios, abrazando la fe de Cristo.......

domingo, 15 de mayo de 2011

Hemos de seguirle




Toda la entrega que podamos hacer, en la consecución de nuestro cometido como cristianos, debe estar signada por el viso del amor, única garantía de hacerlo con la total venia de Dios. Debemos pensar, los que abrazamos a Cristo, que desde nuestra actitud empezamos a conformar una modalidad de comunicación para con los demás y en esa, debe estar impreso el carácter de Cristo. Hemos de comprender que nuestra entrega es absoluta e incondicional y que no debe albergar ningún tipo de reservas, hasta el punto de poder decir, como Pablo, en 2 Corintios 6:11: ".......Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado......." El apóstol Pablo encarnó, de manera fidedigna, la actitud de Cristo en cada una de sus acciones y es por eso que tiene la facultad de decir, como lo dijo (1 Co. 11:1), que también lo podemos imitar a él, a sabiendas que se encontraba en el camino correcto. Esa seguridad es muy necesaria en cada cristiano y se obtiene por medio de la perseverancia en hacer todo, absolutamente todo, navegando en el océano del amor. Tan grande es el amor de Dios que, soslayarlo, nos arroja al mar de la incertidumbre y el desatino, donde la desgracia es la moneda común.


La máxima demostración del amor de Dios hacia la humanidad, no es la belleza ni la magnificencia de la naturaleza, no es la vida ni todo lo que contiene, no es la luz de un nuevo día, no son los pájaros que cantan desde temprano, no son el viento ni las nubes ni la lluvia que humedece los pastizales, las villas y los huertos; no es el fruto de la tierra ni con sus manzanas, sus peras o sus mangos; tampoco es el mar inmenso con su preciada riqueza, ni las almejas ni las conchas ni los delfines que nos recrean con su belleza. La máxima demostración del amor de Dios hacia nosotros es el habernos entregado a su propio hijo para que podamos ver en él su bondad, amor y justicia. El nos ha mostrado el camino por donde debemos andar. Cristo es Dios hecho hombre  y nos ha mostrado, de parte de Dios, el modo en que debemos andar en esta vida, según su santa voluntad. Para que los que no se han dado por enterados aun, nuestro señor Jesucristo habita en los corazones de quienes lo hemos recibido y puede habitar en los de aquellos que aun no lo han hecho. El Espíritu Santo de Dios está disponible para todo aquel que invoque el nombre de Dios (Hch.2:21). Tito 3:6 "...el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador..."

Cuando nos apoderamos del amor de Cristo; cuando lo hacemos nuestro; cuando lo dispensamos a diestra y siniestra; cuando no escatimamos el usarlo en toda circunstancia; cuando nos auxilia en todo problema, necesidad o carencia;  cuando ya no se agota: cuando nos impele a hacer cosas buenas, siempre; cuando nos susurra la voluntad de Dios para hacer lo correcto; cuando nos saca de toda duda; cuando ya no tenemos ningún miedo, cuando podemos sentir el coraje de entregar nuestras vidas por los demás; cuando nuestros amaneceres están llenos de esperanza, ilusión y alegría de vivir; es entonces cuando podemos cantar a voz en cuello lo que Pablito escribió en Romanos 8:39: ".......ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro......." Cuando esto sucede, no solo nos gozamos en Cristo Jesús, sino que nos regocijamos; que no es lo mismo ni es igual. El regocijo divino es privativo de los hijos de Dios, solo se puede experimentar cuando Dios está dentro de nosotros y ha establecido su morada en nosotros de modo que nos constituimos en templos andantes que irradian su luz por medio de nuestras actitudes, movimientos, palabras, miradas  y sonrisas. 


Sentir la gracia de Dios es inefable e indescriptible y tiene que ser así, de otro modo, para algunos, solo les bastaría una explicación; en este caso, quién quiere saber cómo se siente estar en la gracia de Dios, tiene que experimentarlo en carne propia, no hay otra manera. La fuente viva de la gracia y el apostolado es nuestro señor Jesucristo y él es que nos constituye, hasta hoy; de modo que, si sentimos su llamado, hemos de seguirle entregándole, en retribución, lo que él primero nos entregó, la vida. No hay privilegio más grande que servir a Dios, sembrando la semilla de la fe en el mundo, demostrando así, nuestro amor incondicional hacia él. Pedrito lo puntualiza en Romanos 1:5: ".......y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre......." Ser hijo de Dios, a la manera de Cristo, es la demostración de la viabilidad de alcanzar dicha estatura, de otro modo, no pudiera haberse constituido como se contituyó, como un hombre. Nuestro señor Jesucristo fue hombre desde que nació hasta que murió; en su vida terrenal nunca actuó como Dios, siempre lo hizo como hombre y su legado es que nosotros también, como él, podemos andar de esa manera.

Es importantísimo entender que nuestro señor Jesucristo era Dios antes de ser Jesucristo y dejó de ser Dios cuando se encarnó en el vientre de María y no volvió a ser Dios sino hasta que murió, para luego ascender a los cielos para tomar nuevamente su investidura de Dios. Recordemos también su compromiso de enviarnos su Espíritu Santo para que nosotros también, como él, podamos ser uno con Dios. Es el Espíritu Santo el que nos da el impulso de continuar la obra de Dios en la Tierra y de ahí la importancia de nuestra dependencia; hemos de anularnos a nosotros mismos para que no prevalezca nada de nosotros sino que Él se constituya en nosotros y haga en nosotros lo que bien le parece. Entrega total, es la clave, esa será la manera en la que Dios nos puede encaminar hasta el fin, según 2 Tesalonicenses 3:5 ".......Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo......." Amor y paciencia; en función de estas dos premisas podemos alcanzar la incolumidad, la inclitez y el heroísmo, dejando bien en alto el nombre de nuestro señor Jesucristo. Estamos a la expectativa de su regreso, para que juzgue a los vivos y a los muertos, estamos ansiosos de su retorno, miramos al cielo para verlo llegar.



domingo, 8 de mayo de 2011

Hasta que tengan la soga al cuello.

Como en el pasado, también ahora en el presente, hay quienes alaban a quienes se portan mal delante de Dios, porque en apariencia pareciera que, como ellos dicen, los malos no tienen tribulación. Así los parafrasea Dios por medio del profeta Malaquías 3:15 ".......Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon......." Nada más lejos de la realidad porque hemos aprendido que ".......Dios no puede ser tentado......." según Santiago 1:13; porque si no, no fuera Dios. Si el caso fuera que Dios puede ser tentado por nosotros o por quien sea, significaría esto que nosotros seríamos superiores a Dios; pero esto no lo razona el hombre y tiene la tendencia de pretender hacer trueques con Dios, como si Dios fuese como nosotros o nosotros como Él, en todo el sentido de la palabra. ".......si haces esto, yo te prometo hacer esto......." es una de las más comunes formas de tentar a Dios, de querer chantajearlo; la otra también consiste en redundar en el pecado como si no sintiéramos efectos de nuestra contradicción. Por ninguna razón debemos de mirar la "prosperidad" del malo porque ".......Dios está airado contra el impío todos los días......." según Salmos 7:11. Desde que el mundo es mundo no ha habido ni uno solo que haya podido salir airoso después de tentar a Dios de cualquier manera, ni uno solo en la historia.

Cuando nos dice Marcos 1:13 ".......Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.......", nos está describiendo la posibilidad del hombre de comulgar con Dios como lo hizo nuestro Señor Jesucristo y en esa comunión, la implicancia del uso de su poder para resistir al mismísimo diablo cuando nos embate. Si somos uno con Dios, por medio de Cristo y que el diablo nos quiera tentar para que caigamos, no es otra cosa que la pretensión del  diablo queriendo hacer caer a Dios en nosotros, y si caemos, ha de ser porque Dios no ha sido cimentado en nosotros como debiera; somos entonces dubitativos y de ".......doble ánimo......." y con esto, desagradables a Dios. En el mundo secular, el hombre se desgañota con el afán de seguir paradigmas reales o imaginarios y es tanto el afán de alcanzarlos que pierden de vista la falacia de su escogencia, la cual descubren cuando alcanzan el zenit de dicho afán, para vuelta volver a andar a la busca de la nueva emulación. Una lectura somera, pero seria, con el fin de descubrir la personalidad de Cristo, puede dar, a propios y extraños, la posibilidad de emprender una carrera de infinitas satisfacciones; porque plasmar el ejercicio del poder de Dios en nosotros, para efectos del tallado de nuestro espíritu a la luz del ejemplo de Dios en Cristo; nos exalta a lo sumo haciéndonos comprender el real regocijo.

En el mundo se está extendiendo, como reguero de pólvora, la fea costumbre de hablar por hablar, de decir cosas baladíes a diestra y siniestra, de no medir las consecuencias de nuestras palabras, como si estas estuvieran hechas sin propósitos específicos y como si todas se diluyeran en los vericuetos de nuestra mente sin causar efecto; nada más equivocado. Hay que recordar que daremos cuenta, el día del juicio, de toda palabra ociosa que haya salido de nuestra boca según Mateo 12:36. Peor aun, si con la palabra dicha exigimos, directa o indirectamente, la intervención "obligada" del poder de Dios para liberarnos de nuestras necesidades, sean grandes o pequeñas; sin considerar que, cualquier situación por las que nos toque pasar, es del conocimiento de Dios y Él espera que esperemos en Él para la solución.

Cuando confiamos en Él plenamente, debemos confiar en que también traerá solución a nuestros conflictos, necesidades y problemas. Querer precipitar las cosas más allá de nuestras fuerzas o achacarle a los hombres la responsabilidad de Dios, puede resultar en un reto a Dios y en una tentación también, como dice  Deuteronomio 6:16 ".......No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah......." El pueblo judío, después de gozar las bondades de los milagros de Dios, que los sacó de Egipto, no confiaron en Él sino que se olvidaron, en un santiamén, de sus proezas.

Las tentaciones están a la orden del día; nos han acompañado desde que tenemos uso de razón y no nos dejarán sino hasta la muerte. Todos hemos caído en la tentación porque Dios estableció que todos debíamos pecar para tener misericordia de nosotros cuando nos arrepintamos de nuestros pecados; no podíamos venir como Cristo porque nos rebelamos en el cielo y fuimos arrojados a la Tierra para tener una segunda oportunidad, para no tener que condenarnos al infierno una eternidad. Estando en la Tierra, Dios nos protegió durante nuestra niñez. Cuando teníamos, más o menos, doce años, Dios permitió que satán nos tiente y sucumbimos a sus proposiciones para conocer, en la carne, el mal donde él reina. Cuando cometimos nuestro primer pecado, nos dimos cuenta del tal porque Dios nos lo reveló, nos avergonzamos de él y recibimos nuestra retribución casi inmediatamente. Cuando nos dimos cuenta que hicimos mal de verdad, no una travesura o una palomillada, hablo de un pecado, cualquiera que este sea; nos dimos cuenta que lo cometimos porque fue cuando perdimos nuestra inocencia, es nuestro pecado original, nuestro propio pecado original. De ahí la importancia de lo que Cristo nos dice en Mateo 26:41: ".......Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil......."

Tentar a Dios, también es tener la presunción de que Él no actuará, en ninguna instancia, contra los que pecan, y si bien es cierto que hay a quienes no se les descubren sus pecados en esta vida, no es menos cierto que se les descubrirán a la hora del juicio. Como dice 1a Timoteo 5:24. Cuando hay quienes predisponen su corazón contra Dios, no hay absolutamente nada que coarte su "libertad" para pecar con avidez. No se conmueven por absolutamente nada, aunque se hayan beneficiado de los milagros de Dios, como lo hizo el pueblo de Israel cuando salió de la esclavitud que le infringía el pueblo de Egipto, según Salmos 78:56 ".......Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios......." Nosotros podemos ver el testimonio de Dios en la naturaleza que grita, a voz en cuello, la grandeza de nuestro Dios y sin embargo hay quienes no se persuaden ni se persuadirán sino hasta que tengan la soga al cuello y probablemente, teniéndola, querrán escupirle en la cara al propio Dios. La razón de la intervención directa de Dios, al final de los tiempos, obedece a la obstinación del hombre de no guardar los testimonios de Dios, tanto los históricos contenidos en la Biblia como los naturales que a diario vemos y es tanta la obcecación que ostentan tan empecinadamente que, aparentemente, no hay visos de cambio y al no haberlo no queda otro remedio que destruir lo que había sido predestinado a la eternidad.

Los quiero mucho. Que Dios, todopoderoso los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin…….

martes, 3 de mayo de 2011

Poder desde lo alto




Las promesas de nuestro Dios todopoderoso, siempre han sido fieles y verdaderas desde que el mundo es mundo y no podemos esperar menos de Dios. ¿Acaso nos mentirá como miente el hombre? Nunca tal cosa ha ocurrido y no ocurrirá porque Él es Dios y nos ha dado pruebas indubitables de su fidelidad. Bendito sea por la eternidad. Bendita sea su gracia y su gloria, su entrada y su salida. Ninguna frase que se pueda elucubrar, en el mundo, podrá alabarlo como se merece; por más que se esfuercen nuestros sentidos. Pero Él mira nuestro corazón y mide nuestros pasos; Dios se complace de nuestros dichos cuando lo acompañamos con nuestros hechos, porque Él así lo ha hecho, lo hace y lo seguirá haciendo hasta el fin. El rey Salomón no fue ajeno a la tal necesidad, del hombre, que le adora y fue, por mucho, el más excelente en su confección. También se dio cuenta, como nosotros, que Dios ha cumplido, cumple y cumplirá todas sus promesas ".......que has guardado a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; tú lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como se ve en este día......." 2 Crónicas 6:15. Nunca olvidemos que ha prometido bendiciones para los que bien obran y maldiciones para el que mal; no hay alternativa, no hay medias tintas ni largas válidas. Hoy es el día.


De entre todas las promesas que ha hecho Dios a los hombres, la más destacada, por su connotación, inmediatez de percepción y beneficio continuo, ha sido es y será, de lejos, la promesa de enviar su Espíritu Santo para morar con nosotros y en nosotros. (Lucas 24:49) ".......He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto......." Cuando somos investidos de Dios, somos investidos con su poder también y ese poder es el que usamos para oponernos al mal y cuando lo hacemos es Dios en nosotros oponiéndose al mal, de modo que somos instrumentos del bien en sus manos y no hay nada que nos pueda hacer retroceder, con Él confrontamos al enemigo y a sus huestes, haciéndolos doblegar hasta que muerdan el polvo; porque ningún tipo de mal ni quienes lo han representado, representan y representarán (en el poco tiempo que le queda al mundo como mundo), podrá mantenerse en pie porque su fin es la caída. Todas las aparentes victorias de satanás son pírricas, nimias y endebles; no se pueden sostener ni en el tiempo ni en el espacio. La historia del mundo nos lo ha mostrado una y otra vez, y lo que ahora vemos no son sino, más que, los extertores de la muerte de la muerte.


Si es el propio Espíritu de Dios el que quiere morar con nosotros, para que vivamos una vida de santidad, no podemos menos que hacer su voluntad, limpiándonos de toda contaminación de carne y de espíritu porque estas son las que nos sojuzgan, doblegan y esclavizan llevándonos a la condenación, sino escuchamos la voz de Dios que sale de nuestros labios, nuestra mente y corazón. (2 Corintios 7:1) ".......Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios......." Evidentemente que, el Espíritu Santo de Dios, no puede entrar en el corazón de alguien que tiene al diablo en él porque el hombre no puede servir, a la vez, a dos señores aunque haya algunos que así pretenden hacerlo, no sabiendo que el desagrado de Dios se inflama hasta el paroxismo, acarreando para sí su propia destrucción repentina. El amor de Dios se extiende por todo el mundo, a toda persona, pregonando las bondades  de su permanencia en él para que toda persona sepa, a ciencia cierta, que tiene la facilidad del acceso a Él con tan solo invocar su nombre. La primera manifestación de nuestro temor a Dios es la de obedecer sus mandamientos que no son, de ningún modo, gravosos.


Cuando somos de Cristo, nos constituimos, automáticamente, en el linaje de Abraham; porque, para ser de Cristo, tenemos que creer en él y al creer en él, nos constituye entre los que se manejan en el espacio de la fe y Abraham es el padre de la fe porque ".......creyó en esperanza contra esperanza......." (Romanos 4:17) porque habéndosele dicho que sería ".......padre de muchas gentes.......", siendo casi de cien años, no escatimó la vida de su propio hijo y estuvo dispuesto a sacrificarlo porque, aunque muerto este, él creyó que, de alguna manera, Dios le iba a conceder esta promesa y se la concedió porque hoy somos alrededor de 2000 millones de cristianos. (Gálatas 3:29) ".......Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa......." No pueden decir lo mismo el pueblo de Israel, quienes se publicitan como los verdaderos descendientes de Abraham, porque no pueden sumar 49 millones en el mundo, y esto contando conque el 58% tienen su ascendencia perdida, 34% están mezclados con otras razas y los que quedan no se comportan como hijos de Dios y los podemos conocer porque se están apropiando del mundo al precio de los hambrientos de este porque han conceptualizado, "bíblicamente" que el mundo debe estar bajo sus pies.


(Salmos 76:11) ".......Prometed, y pagad a Jehová vuestro Dios; Todos los que están alrededor de él, traigan ofrendas al Temible......." Muy diferentes son las promesas que los hombres hacemos a Dios y no cumplimos. Casi todos lo hemos hecho, pocos las hemos cumplido, mucho menos los que han alcanzado la perfección, es decir, los que se han constituido a la estatura de Cristo. Muchisisísimos más son quienes, sin conocer las promesas de Dios, creen que, en esta Tierra y en esta vida, es imposible alcanzar la perfección y pensando en esto se siguen recreando en el pecado como si no conociesen a Cristo y menos a Dios. Fatal engaño el de don sata, es uno de sus mejores ardides, este que ha urdido. Es preferible no prometer nada y más loable empeñarse en corregir nuestras debilidades, luchando frontalmente contra ellas y no dándoles tregua. Santiago 4:7 ".......Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros......." A mi, el imaginarme al diablo corriendo de mi, me produce tal hilaridad, que me carcajeo a horcajadas. Lo mismo hace el diablo cuando nos sometemos a sus dictados; se ríe, se burla de nosotros, se jaranea; entristeciendo a Dios y a quienes bien nos quieren.......