Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

lunes, 28 de marzo de 2011

Nos hemos inclinado a nuestro Dios.


En el tiempo en el que le tocó vivir a Cristo, confrontó de manera abierta y decidida, a los judíos principales que le espetaban con altanería y prepotencia, la autoridad por medio de la cual les hablaba, de la manera que les hablaba Cristo en todas sus intervenciones. Ellos no se cuidaban de las palabras sabias que Jesús vertía ni de los milagros que hacía; su preocupación se concentraba en el hecho que ellos pensaban que, nadie más que ellos, tenían la autoridad para hablar a nombre de Dios; como actualmente también piensan y del mismo modo que piensan los que profesan otras religiones diferentes a la cristiana. El Espíritu Santo de Dios ha sido derramado sobre los hombres que nos hemos inclinado a nuestro Dios en la persona de Cristo Jesús y al estar posesos de Él, no hacemos otra cosa que hablar de Él según nos instruya a cada momento. Ese mismo Espíritu hace que, quienes nos escuchan, puedan identificar, fehacientemente, que la palabra que vertimos, cuando la vertimos, es Palabra de Dios. Los que se oponen no son de Dios, sino del enemigo. ¿No fueron prendidos, por la sabiduría de Jesús, en sus propios dichos, en la narración de Marcos 11:27-32? ".......De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida......." (Juan 5:24). Así de simple, así de fácil, así de corto. De muchas maneras nos ha hablado Dios a través de los tiempos y hoy nos sigue hablando. Menester es oírlo.


A todo el mundo, sin excepción, nos ha quedado el relato histórico del arrepentimiento de la ciudad de Nínive, a la predicación de Jonás. Cuando el rey de Nínive escuchó lo que Jonás había dicho al pueblo, temió y ordenó: ".......Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos......." (Jonás 3:7,8) Todo el pueblo creyó lo que Jonás les dijo respecto a la destrucción de Nínive, ellos creyeron porque atribuyeron autoridad a las palabras de Jonás y esta fe los salvó de una destrucción segura. Nosotros, los que predicamos de parte de Dios, tenemos la autoridad que Dios nos otorga de hablar en su nombre, de modo que quien nos escucha, es como si escuchase al mismísimo Dios. No somos Dios, somos hombres de Dios y uno en Él y cuando Cristo venga de nuevo, nos elevaremos con Él en el cielo y Él nos entregará a Dios para que seamos uno con Él en espíritu y en verdad por la eternidad, como Cristo lo es. Aun cuando existen las profecías de la destrucción de la Tierra, también existen las reiteradas invitaciones de Dios a que todos nos arrepintamos de nuestros pecados. No está demás decir que, si esto es así, Dios detendrá su mano y no destruirá la Tierra. Los cataclismos y desastres naturales que podemos ver, son tan solo un aviso antes del fin, para que nos arrepintamos hoy, hoy.


".......Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes......." (2 Timoteo 2:14) La mayoría de las veces, los que no quieren recibir la Palabra de Dios, argumentan acerca de la veracidad de lo que se está diciendo y centran su "defensa" en la contextualización de lo que se está diciendo, arguyendo que "no se quiso decir tal o cuál cosa" o que "no quiere decir eso o aquello" No hay conveniencia en la argumentación infructificante, la Palabra siempre ha sido diáfana y certera. No podemos negar que existen profundidades que algunas veces no comprendemos; ante las cuales es preferible la meditación profunda, esa que acepta la limitación de nuestros sentidos y nuestras limitaciones intelectuales; antes que la confrontación pública. Si hemos de seguir a Cristo, sigamos también su ejemplo, porque cuando Él fue confrontado muchas veces, decía sentencias antes que argumentos, sin por eso despreciarlos. No caeremos jamás si estudiamos en privado, si meditamos profundamente, si reflexionamos, si oramos, hacemos acciones de gracia, consolamos, animamos y hacemos todas aquellas cosas que nos ayuden a entender, fehacientemente, lo que Dios quiere decirnos; hay que practicarlas en todo momento y lugar; así recibiremos sus revelaciones que nos enrumban de gloria en gloria, virtualmente, desde el momento en que decidimos seguir a Dios por encima de todas las cosas del mundo.


¿No hay quebrantamiento para el impío, Y extrañamiento para los que hacen iniquidad? (Job 31:3). Se preguntaba Job, como queriendo decir que su temor a Dios era justificado y que todas sus obras de bien, también. Que no era en vano el haber quebrantado su alma para agradar a Dios y que Dios, finalmente, lo retribuiría de la desgracia que lo acontecía, mientras dijo todo lo que dijo. Como la de Job, la autoridad de sus hijos, nuestra autoridad proviene de Dios y en Él se recrea y sustenta. Vano hubiera sido la impecabilidad con la que se condujo Job y en la que nos conducimos los cristianos, si los impíos y los que iniquidad hacen no fueren retribuidos en su maldad; ".......Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres......." (1 Corintios 15:19), si aquello no fuera así. La maldad en el mundo va in crecendo y junto con ella la ira de Dios. A más maldad manifiesta, más corrección de parte de Dios porque no dejará que el mal triunfe sobre la Tierra y aunque pareciera que finalmente va a ser así, Él regresará en Cristo para gobernarla. Cuando Jesús aparezca en los cielos, todo ojo le verá y resucitarán los que murieron en Cristo primero y los que hemos quedado sobre la Tierra, seremos transformados en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta. Luego seremos arrebatados a los cielos para recibirle en las nubes y entraremos a la nueva Jerusalén que descenderá del cielo a la Tierra y juntos todos, con Cristo, gobernaremos el mundo por 1000 años. La realidad es infinitamente mejor que cualquier fantasía.


".......Cuando los mensajeros se volvieron al rey, él les dijo: ¿Por qué os habéis vuelto?......." (2 Reyes 1:5). Como en este pasaje, Dios frustra, ha frustrado y frustrará los designios de los malvados y aunque pareciera algunas veces que se han salido con las suyas, nunca, realmente ha sido así, porque los vasos de la ira de Dios también son sus vasos y muchas veces los ha soportado para que sus planes prevalezcan, antes de aquellos de los que se coluden contra sus designios. El esfuerzo histórico, sistemático e infructuoso de anular, minimizar y/o ignorar la autoridad de Dios, siempre ha sido como la experiencia de Pablo, antes de ser apóstol; cuando apareciéndosele Cristo, cuando aquel iba camino a Damasco, le dijo desde el cielo: ".......dura cosa te es dar coces contra el aguijón......." (Hechos 9:5, 26:14). Eso es, lo que es contradecir la autoridad de Dios. Unos, al saber que viene el fin del mundo, se portarán lo peor posible que puedan; otros se contristarán arrepintiéndose de sus pecados. Nosotros los cristianos tenemos la orden de erguirnos y levantar nuestras cabezas y eso haremos y eso estamos haciendo porque nuestra redención está cerca. Así lo dice Lucas 21:28 ".......Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca......." En el nombre de Jesucristo y con la autoridad del Padre, invocamos a todo el mundo pecador a arrepentirse de sus pecados bautizándose para su perdón. Los quiero mucho...


domingo, 27 de marzo de 2011

Juicio contra Israel.

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Cuando Dios arrebata, no hay quien resista; cuando ha mirado el objeto de su ira, no hay "peros" que valgan. Si zarandea, estruja u oprime, no hay quién libere; si aplasta, quema o ahoga, ningún ruego lo detendrá. Bendito sea Dios y bendito sea su santo nombre; Él hace lo que quiere y no hay quien lo increpe ni caree; su majestad es infalible e inalcanzable, nadie, sino es en Cristo, puede sondear las profundidades de su inteligencia y la altura de su sabiduría que no tiene fin. El que en la tierra arrebataba como creyéndose Dios ya no es habido y el que ahora lo hace también pasará. ".......El león arrebataba en abundancia para sus cachorros, y ahogaba para sus leonas, y llenaba de presa sus cavernas, y de robo sus guaridas.......". (Nahúm 2:12). Nadie puede estar seguro de su salvación a menos que, humildemente, se someta al amor de Cristo para conocer ".......la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta......." (Romanos 12:2). Lo contrario es un gozo temporal en esta vida y una eternidad de condenación.


Hay un futuro mejor para todos y todos podemos acceder a él aunque hallamos matado, robado, violado o hayamos hecho cualquier maldad innombrable; tal es el amor de Dios. Antes que existiéramos los cristianos, Dios prometió al pueblo de Israel un nuevo pacto porque ellos invalidaron, con su reiterada mala conducta, el antiguo pacto. "......He aquí vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal......." (Jeremías 31:27). Entre las promesas de Dios a los judíos, estaba la que decía: ".......Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo......." (Jeremías 31-33). ¿Cómo es que Dios dice a su pueblo: "me serán por pueblo"? Porque Israel estaba dejando de ser el pueblo escogido de Dios y lo dejó de ser cuando mataron a su hijo, Jesucristo, después de lo cual se levantó el nuevo Israel, los cristianos.


Hay momentos cruciales en la vida de los malvados, momentos en los que todo, virtualmente todo, se oscurece y se cumple la palabra que dice: ".......sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios......." (Hebreos 10:27). Esto se cumplió en Amán (como en muchos otros personajes históricos), el segundo después de Asuero, rey de Persia y Media desde la India hasta Etiopía. Este Amán se levantó en contra del pueblo de Israel, en aquel entonces, el pueblo de Dios. El momento crucial de Amán se narra en Ester 7:8 que dice: "......Después el rey volvió del huerto del palacio al aposento del banquete, y Amán había caído sobre el lecho en que estaba Ester. Entonces dijo el rey: ¿Querrás también violar a la reina en mi propia casa? Al proferir el rey esta palabra, le cubrieron el rostro a Amán......." Nosotros, ahora, vemos de continuo cómo, la ira de Dios, se explaya en estos ".......principio de dolores......." (Mateo 24:8) que empieza a sufrir el mundo, y suceden para que nos arrepintamos de nuestra mala manera de vivir. Los que han muerto no son menos justos que los que van a morir.


La herencia del antiguo pueblo de Israel era la tierra, porque fue la promesa que Dios les hizo cuando los sacó de la esclavitud que sufrieron en Egipto; pero como Israel se comportó mal todo el tiempo de su peregrinación, Dios también se desentendió de su promesa. Si así no fuera, Israel viviera en paz, pero como es; las guerras nunca lo abandonan. ".......y no ande la heredad rodando de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus de los hijos de Israel estará ligada a su heredad......." (Números 36:9). Hoy ya no hay tribus en Israel, solo un burdo remedo de ello; por lo tanto, nadie está ligado a su heredad desde los tiempos antiguos. Se han extendido por el desierto, han doblegado al pueblo de Palestina, los han expulsado de sus tierras y los han confinado en la Franja de Gaza, en Cisjordania, a la que han cercado y están construyendo una muralla de acero y concreto de 700 kilómetros de largo, de hasta 10 m. de altura y otro tanto de profundidad. Si Israel no se arrepiente de esta canallada, también Dios no detendrá su mano contra ellos. Los hijos de Dios nunca harían tal maldad a sus semejantes. Esa es la confirmación que ya no son el pueblo de Dios. La Jerusalén de arriba somos los cristianos y tan grande es el amor de Dios, que aun sigue con sus manos extendidas hacia la actual Israel y hacia todo el mundo pecador.


Ya no recuerdan el muro de Jericó. ".......Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro......." (Josué 2:15); la magnificencia del Templo de Salomón que debió prevalecer; la promesa, que en Cristo se da, de ".......volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres......." (Malaquías 4:6); que espera para ellos lo que nosotros ahora estamos gozando: ".......Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo......." (Filemón 1:3); del cumplimiento de todas sus promesas hasta Cristo; de su molestia con los que oprimen a los pobres, dicha en Miqueas 2; de la esperanza de liberación por la misericordia de Dios, en Lamentaciones 3; de lo que pide Jehová, en Miqueas 6; del Juicio contra Israel, de Amós 2; de las leyes sobre las ofendas, de Números 15. Por favor, no fuercen a Dios pretendiendo doblegarlo, porque cuando todo se oscurezca para vosotros los pecadores y no haya escapatoria ni esperanza, será muy tarde para arrepentirse; serán condenados. Los quiero mucho.......







sábado, 26 de marzo de 2011

Votos que hacían en su presencia.



El holocausto era, para los judíos, una de las máximas expresiones de su amor hacia Dios. Consistía en sacrificar, lavar y quemar, delante y para Dios, lo mejor de lo mejor de sus rebaños y, al principio, cuando el amor, del que fuera el pueblo de Dios, estaba en su mayor fuerza, cada cual se esmeraba en dar lo mejor de sí y lo hacían con satisfacción y voluntad. Hay muchos ejemplos en los que, los judíos, hicieron esto una y otra vez, como cuando los filisteos, desde Asdod, después de haber capturado el arca del pacto de Dios, con los judíos, la devolvieron voluntariamente porque, su sola presencia entre ellos, les había causado terribles estragos, desde la humillación de su dios Dagón hasta su destrucción, con tumores, en todo su territorio. Dice 1 Samuel 6:14: ".......Y el carro vino al campo de Josué de Bet-semes, y paró allí donde había una gran piedra; y ellos cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto a Jehová......."


El ritual del holocausto era hecho con indicaciones e instrucciones precisas que se habían elaborado, concienzudamente, por indicaciones de Dios a Moisés y se cumplían escrupulosamente, so pena de caer en descrédito y hasta de sufrir la muerte por alterarla. Una de las tantísimas instrucciones la vemos en: Levítico 7:2 ".......En el lugar donde degüellan el holocausto, degollarán la víctima por la culpa; y rociará su sangre alrededor sobre el altar......." Los cuidados siempre fueron minuciosos, hasta que dejaron de serlo. Muchas fueron las veces en que, el otrora pueblo de Dios, se descuidó de sus obligaciones para con Dios y les resultaron tediosas y cansonas, hasta el punto que, la inveterada costumbre que tenían de dar lo mejor de sus ganados, fue remplazada por entregar lo peor de los mismos, para que fueran sacrificados en holocausto delante de Dios, de lo cual, este, no se agradó.


  El pueblo judío fue pueblo de pastores y su riqueza giraba alrededor de sus ganados, por eso que Dios los instruyó a que sacrificaran, en holocausto, animales de sus ganados. Ellos lo hacían para que estos murieran por los pecados que habían cometido durante un año, según el rito tradicional; pero también ofrecían holocaustos voluntarios para ponerse a cuenta con Dios, por votos que hacían en su presencia. En vez que nosotros sacrifiquemos, actualmente: ".......un becerro, un carnero, un cordero de un año para holocausto;......." como dice: Números 7:75 y otros numerosos pasajes; Dios estableció que nuestro señor Jesucristo muriera por nuestros pecados, Él murió para que nuestros no muramos. Los animales que sacrificaban los judíos, morían para que sus dueños, quienes habían pecado, no tuvieran que morir por haber pecado. Del mismo modo nosotros no morimos por nuestros pecados porque Cristo murió por nosotros.


Son muchas los personajes y las situaciones prototípicas que encontramos en las Escrituras y estudiando este tema descubrí una, muy singular, y es la que narra Levítico 7:8, cuando dice: ".......Y el sacerdote que ofreciere holocausto de alguno, la piel del holocausto que ofreciere será para él......." por alguna razón veo, a los soldados que crucificaron a nuestro Señor Jesucristo, repartiéndose sus vestiduras mientras ofrecían a Cristo en la cruz. También me viene a la mente la obnibulación que tiene Israel hoy en su pretensión de seguir siendo el pueblo de Dios, como antes lo fue, y tan mayúscula es su locura que están decididos a destruir la mezquita de Al-Aqsa y el Domo de la Roca que está en el monte Moriah desde hace más de 1300 años. La tradición musulmana dice que, en ese lugar, Mahoma ascendió a los cielos y la tradición judía, que ese lugar es  donde Abraham iba a sacrificar a su hijo Isaac y es el lugar donde, históricamente, estuvo el  templo de Salomón.

Tan sencillo es regresar a ser el pueblo de Dios, como sencillo es aceptar a Cristo como nuestro salvador, cumpliendo las instrucciones que hoy tenemos para dicho cometido. Dios rompió todo vínculo con el pueblo de Israel, porque Israel, lejos de tan solo rechazar a Jesucristo, también lo mataron; pero este resucitó al tercer día y ascendió a los cielos, desde donde también, ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Al igual que el actual pueblo de Israel, los pecadores no han aceptado a Jesús como la propiciación de sus pecados; no han entendido que: ".......uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios......."  (Mr. 12:32, 33) Pero ellos quieren sacrificar holocaustos a Dios nuevamente, desentendiéndose de su responsabilidad por matar a Cristo. El anticristo "gobernará" desde el tercer templo que construirán. Los quiero mucho.

viernes, 25 de marzo de 2011

No guardaron su dignidad.



Dios siempre se ha complacido en darnos cosas, a los hombres, que debemos de guardar y siempre, también, ha puesto celo en escrutarlas porque, haciéndolo, ha podido ver nuestra fidelidad. De unos, a toda prueba y de otros, endebles, nimias y falaces. La fidelidad, antes de ser constituida perennemente, siempre se ha visto obligada a ponerse a prueba porque, no hay mejor manera de constituirla como sólida, sino es a través de las pruebas. Hay quienes han pasado las pruebas incolumemente, desde el primer instante y otros, han tenido que batallar más para vencerlas. Todas las cosas que Dios nos da que guardemos, son las que Dios sabe que, al hacerlo, nos servirán en el derrotero de la vida. Una de las primeras cosas que Dios le pidió a Israel, fue la de guardar la pascua; en ella se conmemoraba la salida triunfal del pueblo de Israel, de la esclavitud de Egipto y entre varias cosas les dijo: ".......Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones......." Éxodo 12:42.


Del mismo modo, junto con darnos a guardar lo que a nosotros nos conviene hacer, nos advierte y reconviene, solemnemente, para que nosotros podamos aquilatar, en su verdadera dimensión, la seriedad pertinente y la necesidad perentoria de cumplir sus ordenanzas y estatutos, so pena de caer en descrédito y condenación. Como cuando les dijo a los judíos: ".......Si profanaren mis estatutos, Y no guardaren mis mandamientos,......." Salmos 89:31. Dios es de temer; nos ama, nos quiere, es bondadoso y compasivo, pero es de temer también y no podemos, en ningún modo, soslayar sus dictados y pretender como algunos: ".......no pasa nada......." La vida es muy corta para perder el tiempo en agradarnos a nosotros mismos. Guardando los estatutos de Dios nos aseguramos una eternidad de gloria pero, agradándonos a nosotros mismos, durante nuestra vida, una de condenación. La carne tiene que ser vencida por ser temporal y aunque es agradable pecar, la disyuntiva de una vida de condenación y una de gloria, nos impele a considerar la necesidad de agradar a Dios antes que al diablo.


El Señor no contiende con nosotros, todo lo que debiera, por causa de nuestras transgresiones e iniquidades porque, ciertamente, merecemos la muerte por las mismas, a no dudarlo; pero su misericordia, que es infinita y poderosa, nos envuelve, nos cobija y nos arropa, perdonándonos lo que nosotros, si fuéramos dioses, no se lo perdonaríamos a nuestras criaturas. Él no guarda su enojo como el hombre lo hace, porque el hombre lo hace hasta el punto que, muchas veces, no se satisface con la desaparición del objeto de la ira y, hasta en el lecho de la muerte, resuella venganza, retaliación y escarnio. Su misericordia es una de las grandes cualidades del amor de Dios y que muchas veces es abusada por nosotros al no guardar, debidamente, sus mandamientos y ordenanzas. ".......No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo......." Salmos  103:9. Por más grave que sea la situación en la que somos puestos, por causa de nuestras transgresiones e iniquidades, siempre habrá una luz de esperanza que las cosas pueden y van a mejorar. Guardemos sus ordenanzas.


El guardar la voluntad de Dios es un ejercicio que debe practicarse cada segundo de nuestra vida porque, aquel que busca nuestra alma para el bien, en nosotros compite con el que la busca para el mal; de modo que, quien determina al ganador, somos nosotros, en exclusiva y con ello acarreamos la responsabilidad, las consecuencias y/o los beneficios de la tal determinación. Los judíos, cuando fueron el pueblo de Dios, tenían el privilegio de establecer pactos de manera mancomunada y este privilegio lo perdieron porque, una y otra vez, no cumplieron con los votos que hicieron; a pesar de la solemnidad con que los hicieron, como en aquella vez relatada en Nehemías 10:29 ".......se reunieron con sus hermanos y sus principales, para protestar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová nuestro Señor......." Todos sabemos, por la historia, que estas promesas y juramentos se diluyeron en los vericuetos del tiempo hasta el punto en que mataron al Hijo de Dios.


No crea, el hombre actual, que saldrá librado de culpa después de haber vivido una vida de disolución, no; porque dice: ".......Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día;......." (Judas 1:6). ¿Cómo no castigará al hombre siendo, como es, menos que los ángeles? Peor aun si no guarda lo que es imprescindible guardar delante de su majestad. El caso es que el hombre sabe, per se, lo que es bueno y lo que no; de modo que será juzgado según sus razonamientos y donde el hombre haya razonado que lo que hizo, estuvo mal hecho, recibirá la retribución proporcional a la tal acción ya que dice: ".......mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,......." Romanos 2:15. La libertad que nos proporciona, el guardar los mandamientos y ordenanzas de Dios, no es comparable con ningún estado anímico que el hombre pudiera alcanzar en vida, ni por larga ni por pródiga. Los quiero

jueves, 24 de marzo de 2011

Se nos testifica de la verdad.



El Consolador es el Espíritu Santo y el Espíritu Santo es el Espíritu de verdad. El mundo no puede recibir al Espíritu de verdad porque no le ve ni le conoce, pero los cristianos sí le conocemos porque mora en nosotros y siempre estará en nosotros. Antes, también nosotros, no le veíamos ni le conocíamos y por eso no le podíamos recibir; pero al verlo y conocerlo, le recibimos como cosa anhelada y deseada; y al recibirle, permanece en nosotros y estará para siempre en nosotros. Él es quien nos guía a toda verdad y no hay verdad que no podamos conocer si permanecemos en él; no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere y nos hará saber las cosas que han de venir. Podemos distinguir entre quién es de Dios y quién no. Cuando somos de Dios y hablamos de Dios (porque los que somos de Dios hablamos de Dios), los que son de Dios nos oyen y los que no, no nos oyen. Esa es la forma de conocer el espíritu de error y el espíritu de verdad. Debemos practicarlo para que siempre estemos con el Espíritu de verdad y no con el del error.

Pude ver en el documental "Presunto Culpable", los horrores que pueden causar testigos falsos que dicen mentiras, en comparación con los testigos verdaderos que no mienten, porque bien dice Proverbios 14:15 ".......El testigo verdadero no mentirá; Mas el testigo falso hablará mentiras......." Algunos piensan que mentir es bueno y mienten pensando que están haciendo un bien, pero no se dan cuenta que se están haciendo un daño a sí mismos y a los demás y que, tarde o temprano, sus mentiras los alcanzarán. Cuando la mentira alcanza a alguien y este alguien es descubierto por aquella mentira, la vergüenza que se produce es avasalladora y denigrante, aunque haya quien no se avergüence. Esos, llamados sinvergüenzas, tendrán un fin aterrador porque sufrirán una eternidad en el infierno. Hay quienes no se persuaden y no tienen miedo. Nosotros tenemos miedo de este final pero no vivimos atemorizados, sino que vivimos gozosos de la certeza de un mejor porvenir, de la presencia del Espíritu de verdad en nuestras vidas y enemigos de la mentira.


Hay quienes mueren por la verdad y quienes por la verdad matan. Nosotros podemos morir por la verdad pero no matar por la misma. Porque matar por la verdad no está en nuestro presupuesto, más sí, por ella morir. Del mismo modo hay quienes han muerto por causa de la mentira y quienes han salvado el pellejo por la misma. Frente a tales contingencias debemos estar a favor de la verdad siempre y en contra de la mentira. Cuando se descubría, en tiempos pasados, que una mujer desposada, lo había hecho sin ser ya virgen; el descubrimiento de tal verdad la condenaba a la lapidación; más Cristo hizo ver que, para poder lapidar a alguien, los tales tenían que estar libres de culpa; tal como lo narra Juan 8:1-11 que en su parte más significativa dice: ".......Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella......." Si nuestra obediencia no es perfecta, no tenemos ninguna autoridad para castigar ninguna desobediencia de nadie; tanto en la Iglesia como en la sociedad. Es la importancia de andar en la verdad.


El testimonio que tenemos acerca de Cristo, lo tenemos por causa del Espíritu de verdad;  porque, al proceder del Padre, solo testifica de la verdad porque le es imposible testificar sobre la mentira por ser antípoda, la tal posición. Si se nos testifica de la verdad y estamos en la mentira, no podemos concebir la verdad como natural, el espíritu de mentira no nos permite ver la verdad o la vemos a medias sin que la gocemos y entonces la negamos, aunque sea verdad, porque no la concebimos como tal al estar sumergidos dentro de la mentira. Escuchamos la verdad y no la creemos, alegamos, pataleamos, nos incomodamos, renegamos, no la podemos concebir. Cuando estamos sumergidos en la verdad, cuando el Consolador está con nosotros, cuando lo hemos recibido, mandado del Padre, por el Hijo. Entonces estamos en la verdad y somos de la verdad y la verdad siempre estará con nosotros hasta el fin y pasamos a ser verdad también nosotros y no podemos tolerar la mentira y nuestras entrañas se revuelven cuando hay mentira cerca de nosotros, porque el Espíritu de verdad nos lo dice.


La palabra de Dios no puede actuar en los que no creen, solo en los que creen; en los que no creen actúan las maldiciones que para ellos están establecidas y en los que creen, las bendiciones. Todos los cristianos agradecemos a Dios por aquellos que reciben su palabra cuando la hablamos, cuando la decimos, cuando nos referimos a ella; no la reciben como si fuera palabra nuestra sino que la reciben como lo que es; como la Palabra de Dios; porque, en verdad, es la palabra de Dios y no palabra de hombres porque: ¿De dónde sacaremos nosotros tan excelsas maravillas para que las hablemos como si fueran de nosotros? No hay de dónde, sino tan solo de Dios y es por eso que se convierte en menester, nuestro gozo y alegría, de recibir a quienes recibieron, reciben y recibirán la tal palabra, porque bien nos escuchan. No hay manera de recibir las bondades y bendiciones de Dios, sino a través de su palabra, cuando las escuchamos y nos hacemos de ellas, cuando las creemos y no solamente cuando las creemos sino que también, cuando las practicamos.......Los quiero mucho.

lunes, 21 de marzo de 2011

Tenemos un carácter individual




Haciendo una reflexión retrospectiva, acerca de las acciones del que en un tiempo fue el Pueblo de Dios, Israel; podemos ver, en toda su historia, que fueron sobremanera necios cuando tomaron resoluciones que iban en contra de la voluntad de Dios y la suma de este tipo de resoluciones, alcanzó su cenit cuando tomaron la decisión de matar a nuestro señor Jesucristo. A partir de ese preciso momento, dejaron de ser el Pueblo de Dios y no pueden hacer nada para regresar a ese gozoso, privilegiado y sublime estado, a menos que acepten al Hijo de Dios como lo que es. Dios se compadeció de su pueblo una y otra y otra vez, pero ellos siguieron pecando, también, una y otra y otra vez. Sin embargo, tal es el amor de Dios para con ellos y para con todos nosotros también, que ha puesto al unigénito, nuestro señor Jesucristo, como paradigma de la humanidad, de modo tal que cualquiera que entorne su mirada y su corazón hacia Él podrá ver la propiciación de sus pecados y su real desaparición, en la cruz de Cristo; pasando así, a ser nuevamente, parte del verdadero Pueblo de Dios.

De entre toda la retahíla de exabruptos que Israel cometió, mientras fue el Pueblo de Dios; destaca una en la que imitan a los pueblos paganos que los rodeaban, solicitando a Samuel que les escogiera un rey como lo tenían aquellos pueblos. 1 Samuel 8:7 ".......Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos......." No hay nada más triste, más ilógico y ofensivo que decirle al propio Dios ".......no me gobiernes......." Dios ya había demostrado que tenía cuidado del pueblo de Israel durante muchas generaciones, haciendo grandes prodigios como sacarlos de Egipto, hacerlos cruzar el mar Rojo, darles maná que caía del cielo, agua de la peña, luz durante las noches, la nube que los guiaba de día, introducirlos en una tierra que fluía leche y miel y un larguísimo etcétera. Ahora querían un rey como los pueblos que los rodeaban. Nosotros hemos heredado esa inveterada mala costumbre de elegir a nuestros gobernantes desechando a Dios. Ya nadie piensa en Dios a la hora de elegir a sus gobernantes y los gobernantes tampoco.


Quieren hacer y hacen lo que a ellos "les parece que es bueno" para el pueblo sin descuidar sus protervos intereses que se ponen, normalmente, a la orden de los poderosos que dominan el mundo o para su propia satisfacción. Aquellos que tienen la pretensión de favorecer realmente a sus pueblos, de manera general y absoluta, son anulados sistemáticamente porque las estructuras de las sociedades están diseñadas de tal manera que, cuando aparece alguien con la tal pretensión, ponen en actividad dichos mecanismos que hasta parece "natural", para el ojo acucioso del pueblo, que un personaje de esta naturaleza no llegue a gobernar nunca. Sin embargo, los hijos de Dios, tenemos al Espíritu Santo con nosotros y Él nos revela las verdades que nos ayudan a defendernos de aquellos que quieren ponerse a gobernar los pueblos como si fueran Dios. También y en última instancia, Dios se arroga para sí la facultad de poner y quitar gobernantes, no faltaba más. Dice la escritura: Daniel 2:21 ".......El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos......."


Hay un refrán que dice: ".......los pueblos tienen los gobernantes que se merecen......." y no deja de tener razón quien lo dijo, porque las personas que conformamos las sociedades tenemos un carácter individual que, sumado a los caracteres de los demás, hacemos un colectivo que tiene características propias que forjan adjetivos que nos identifican como grupo, aunque quizá nosotros, de manera individual, no podamos ser adjetivados así porque, simple y llanamente, no somos así. El asunto es que todos los pobladores de un barrio, un distrito, una ciudad, o un pueblo, podrían ser adjetivados y esto, en términos generales, puede identificar, de cierta manera, el carácter de un pueblo. Los gobernantes de los pueblos, entonces, son escogidos por la corriente de pensamiento que se ha forjado hasta ese entonces; porque esa corriente encuentra su fecundidad en el colectivo y este, se inclina hacia aquel candidato que represente dicha corriente, independientemente si la tal corriente es buena o mala. Los judíos escogieron que les sea soltado Barrabás en vez de Cristo y aunque esto nos parezca una barbaridad, Dios les dio a la mayoría su deseo, porque este estaba inscrito en uno mayor que lo excedía.


Parece que la sociedad mundial está inmerso en un caos de gobernabilidad, pero los cristianos tenemos la esperanza de vivir en un mundo mejor y esperamos el regreso de nuestro señor Jesucristo para que así sea, ya que esperar que nos gobiernen los humanos de manera idónea, nos sume en la desesperanza y no queremos estar así. De que tenemos buen talante, para soportar a quienes desde sus gobiernos nos abusan, no por ello desfallecemos en nuestro cometido de denunciar, con gallardía y coraje, las tropelías de los mismos; porque haciéndolo, ponemos el pecho por el que menos, a sabiendas que nuestro Dios recompensará, con creces, todo nuestro esfuerzo y desvivencia, la cual es ganancia. Lo lastimero siempre será ver que, quienes se erigen como cristianos a la conquista de un poder, se convierten en "cristianos" cuando lo asumen; manchando con ello el buen nombre que usaron sin empacho. Son aquellos que toman la piedad como fuente de ganancia, de los cuales Dios dice: 1 Timoteo 6:5 ".......disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.......".......Los quiero mucho.......



domingo, 20 de marzo de 2011

La voluntad de Dios


En tiempos pasados existía la inveterada costumbre de tener más de una mujer como esposa, amén de las concubinas, y era tanta la extensión de la tal costumbre que no se tomaba en cuenta ningún impedimento, de carácter moral, que menoscabara la tal práctica; salvo que sí se consideraba adulterio, como hoy, que alguien tomara a otra mujer que ya tuviera un compromiso establecido de antemano. A través de la Biblia podemos ver una sucesión interminable de personajes que tuvieron varias mujeres como esposas y concubinas, y en casi todos los casos existía "la preferida", la mujer que se llevaba los mejores favores del marido, con la lógica animadversión que esto producía en las "otras". Hoy no es así, para beneplácito de las mujeres y una no muy disimulada inconformidad de algunos hombres. Claro que algunas culturas conservan dicha "tradición" que, en realidad, es un desvío perverso del ideal de Dios, que alguna vez dictó la conducta de los pueblos, en este y otros asuntos.

El hombre natural, puede darse perfectamente cuenta de las cosas que son buenas en contraste con las que no lo son, puesto que tiene una condición antropológica inherente, para este menester y muchos otros, que le permite sociabilizar positivamente y sin la cual se convierte en ermitaño o en anacoreta. Esta condición, inherente en el hombre, es lo que todos conocemos como la conciencia y es por esta condición que los pueblos son como son, en términos generales. Decimos en términos generales porque, lógicamente, no son absolutos ya que la influencia de la conciencia de Dios en las mentes y corazones de quienes legislaron para los pueblos, muchas veces fue abordada o, mejor dicho, abortada para dar paso a intereses subordinados de grupúsculos de poder; de manera que, la condición general de los pueblos ha sido menoscabada, de un tiempo a esta parte, porque los responsables de ejercer legislatura en los pueblos han escamoteado, sistemáticamente, el dictado de sus conciencias que su corazón les hacia desde las profundidades de Dios. Resultado: El pandemónium social mundial que podemos ver gestándose ante nuestros propios ojos y todo perfectamente en concordancia con las múltiples profecías que de ellas se han hecho en las Escrituras desde tiempos inmemorables. Menos mal; a los cristianos no nos sorprenden mucho estas circunstancias; muy diferente hubiera sido vivir en el mundo del pecado; aquellos si que están muy pero muy sorprendidos.

La práctica de tener muchas mujeres esta virtualmente extinguida, aunque no podemos negar que hay algunas pequeñas sociedades minoritarias que la practican socialmente. Se extinguió porque, entre muchas otras razones, socialmente no se podía sostener ya que, normalmente, el más pudiente (económicamente hablando) era el que más mujeres tenía, en detrimento de los que no tenían nada o tenían muy poco. Cristo ha venido a establecerse entre los hombres para siempre y lo hace porque es eterno y desde esa eternidad vino a restablecer el ideal que la Tierra tuvo en Adán y Eva, antes de su caída. Esta lucha para el restablecimiento del ideal que tuvo la humanidad, antes de la caída, es una que se ha prolongado por más de 2000 años y aunque pareciera que da visos de ser derrotada, no se congratule todavía el que la combate porque es una predestinación divina contra la cual nadie puede oponerse, por más que quiera y lo procure.

La predestinación divina, entre el hombre y la mujer, está determinada por la voluntad de Dios quien dijo, desde un principio, que ".......serán una sola carne......." Los hombres, a través del tiempo y según las culturas, tergiversaron este mandamiento seducidos de sus propias concupiscencias y determinaron que podían ser muchas carnes con muchas mujeres y actualmente son muchos quienes practican la promiscuidad sexual sin ningún empacho, pensando quizá que sus acciones no serán confrontadas y que las tales no tendrán ningún tipo de consecuencia; craso error. Debemos destacar que, cuando Dios dijo esto, también inspiró a los hombres, de muchas maneras, para que tejieran una serie de parafernalias, cada cual según su cultura, para que también se sujetasen a estas para vivir en armonía en las sociedades donde las practican. Casi siempre y normalmente, por mucho tiempo, con sus altos y bajos, esto ha funcionado y podemos decir, sin temor a equivocarnos que Dios las ha aprobado, a pesar de las diferencias culturales expresadas en disimiles ceremonias. Un signo irrefutable de la aprobación de Dios, a esta sobreedificación del hombre sobre su mandato, es que esta ha prevalecido y recibirán recompensa, como dicen Las Escrituras: “…….Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa…….” 1 Corintios 3:14.

Otra de las cosas que tenemos que destacar, es aquella referente al momento crucial del matrimonio, es decir, su consumación al momento del coito porque no existe consumación si los contrayentes no son una sola carne. En este punto es necesario considerar el estado de las personas que, sin haber mediado la parafernalia de matrimonio, se hicieron una sola carne antes del mismo y otros que, después de la parafernalia del matrimonio, no lo consumaron. Acerca de los que tuvieron relaciones sexuales antes del matrimonio, hemos de decir que traicionaron las expectativas de Dios y de quienes bien los quieren; cayendo, de esa manera, en pecado. Los que no consumaron el matrimonio no son una misma carne y, aunque exista el vínculo social, este no es más fuerte que el vínculo de carne. Se puede anular el matrimonio y esto no quiere decir que se están divorciando porque se divorcia el que ha consumado el matrimonio, no, el que no. Yo pensaba de otra manera.

Ahora nuestra responsabilidad es mayor en Cristo Jesús, puesto que las ocasiones de caer se cuentan desde la sola imaginación de quienes se recrean con la posesión sexual imaginaria de quien sea; tal como lo dice: Mateo 5:28 ".......Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón......." El celo de Dios por nosotros proviene de su amor inconmensurable hacia nosotros, por lo cual debemos sentirnos gratificados, pero no; la mayoría de gente en el mundo no se da por servido de todas las cosas que Dios ha hecho, hace y hará por nosotros; más bien a muchos se les antoja como obstáculos de sus disoluciones, desatinos y pecados. El hombre sin Dios, reniega de la existencia del mismo porque no puede escamotear el dictado de la conciencia que Dios nos ha puesto a todos para que nadie se justifique diciendo que no supo nada acerca de los mandatos de nuestro Rey. Los príncipes de la Iglesia son quienes, precisamente, son maridos de una sola mujer. Por algo será.

Los quiero mucho.......Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......







sábado, 19 de marzo de 2011

Conmociones vivenciales

No hay nada peor que llorar sin consuelo y, peor aun, por algo irremediable; como cuando se muere un ser querido, cuando nuestra amada pareja se casa con otr@, perdemos bienes y/o dinero o perdemos el transporte que nos llevaría, a tiempo, a una reunión importantísima e impostergable. Ciertamente que a nadie le gusta llorar pero todos hemos llorado, a veces por asuntos baladíes y otras, como lo referimos, por causas irremediables. De todos los motivos que pudieran existir, los peores se circunscriben al hecho que nosotros tuvimos que ver, directamente, con dicho desenlace; o dicho más claramente cuando fuimos nosotros, directamente o indirectamente, los causantes de dicho desenlace. Hay dos maneras de recibir los sufrimientos que causan llanto y dolor, y estas maneras están determinadas por nuestra relación con Dios. En este punto hay una dicotomía que nos lleva, indudablemente, al grupo de personas que tienen una relación con Dios, por un lado y a las que no lo tienen, por el otro. De la misma manera que establecemos la diferenciación de los grupos, de ese mismo modo, también, existe la posibilidad real de recibir consuelo verdadero. El consuelo verdadero, no por ser verdadero, tiene qué o debe consolar, no; porque encontramos dos fuentes diferentes de consuelo y dos sujetos receptores del mismo.


Si evocamos cualquier tipo de tragedia, casi de manera axiomática veremos que, quienes la padecieron, pertenecen a uno de los dos grupos; al de los que creen en Dios y al de los que no creen. También no sería raro que hubieran quienes perdieron las mismas cosas y que a la vez pertenezcan a uno de estos dos diferentes grupos. Como quiera que sea que perdieron casi lo mismo, imaginemos que, por un caso fortuito (que no siempre es tan fortuito), reciban el consuelo de las mismas personas. Aquel que no tiene a Dios y las recibe, tiene como remitente, exclusivamente, a quien se las dio; no así el que tiene a Dios en su corazón porque recibirá el consuelo de quienes se lo dieron y de aquel que lo propició en sus corazones. Esta "pequeña" diferencia que, por cierto, no es pequeña, encierra en si misma todo un mundo sensaciones que redundan en el alivio del pesar, en el caso del creyente y en el agravamiento del mismo, en el caso del no creyente.


Isaías 66:13
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.

Job 6:10
Sería aún mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar más tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo.

Ezequiel 14:22
Sin embargo, he aquí quedará en ella un remanente, hijos e hijas, que serán llevados fuera; he aquí que ellos vendrán a vosotros, y veréis su camino y sus hechos, y seréis consolados del mal que hice venir sobre Jerusalén, de todas las cosas que traje sobre ella.



Lo mejor de todo es que, aunque parece que nuestro mal no tiene remedio, tarde o temprano el consuelo de Dios alcanza a propios y extraños, de modo que todos somos consolados por Dios, aunque no creamos en Él. Al venir el consuelo de Dios, muchos son los que salen de su contrición (porque contrición causa el dolor y la pena), para seguir cometiendo, con avidez, todo tipo de desenfreno. Algunos, hemos de reconocerlo, se inclinan a creer en Dios después de padecer una tragedia, cualquiera que esta sea. Todos sabemos que, cuestiones que aparentemente son de carácter nimio para algunos, son en realidad, todo un mundo para otros. Del mismo modo, cosas que son verdaderas catástrofes, son tomadas por algunos como si nada hubiera pasado. Pero Dios conoce, perfectamente, la medida de cada cual y según esto hará escarmiento de quien lo merece, según la necesidad de cada uno. Cuánto amor.


Hay quienes, después de muchos años de pecados, fracasos y duras pruebas, se encarrilan por la senda del bien. Otros, "mueren en su ley", acarreando para sí condenación. A algunos nos basta mirar la naturaleza para comprender la existencia de Dios en nuestras vidas; otros, en cambio, necesitan de conmociones vivenciales, de diferentes grados, para finalmente decir: ".......verdaderamente Dios existe.......", como cuando el centurión, al pie de la cruz de Cristo y después de muerto este, dijo: ".......Marcos 15:39
Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios......." No debemos esperar que, por ejemplo, se tenga que morir nuestro hijo de 24 años, para recién tener que reconocer que fue tremendamente malo haber sido un adúltero consuetudinario.......Los quiero mucho.......


jueves, 17 de marzo de 2011

Por los siglos de los siglos.......



El no dar por descontada la existencia de Dios, presupone un obstáculo mayor en la consecución de la conformación de las estructuras nobles de nuestro yo interno; es decir, al no ser nobles (dichas estructuras), son endebles, nimias y/o falaces; esto, naturalmente, tiene una consecuencia que establece una diferencia en el modo de actuar de aquellos, en comparación con quienes sí damos por descontada la existencia de Dios. Esto no fuera problema, hasta cierto punto, si no fuéramos seres sociales con la necesidad perentoria de interelacionarnos entre humanos y es ahí donde se producen las antipatías y/o las empatías, según sea el caso. Una persona sin Dios es un ser no digno de confianza puesto que, al no tener Dios, su escala de valores se transtoca de manera tortuosa hasta el punto que, las tales personas, llegan a perder la concepción entre lo bueno y lo malo. Como quiera que sea, que hemos de vivir en sociedad, es en virtud de esa razón que Dios aboga, y nosotros con Él, para que sea difundida su Palabra, fiel garante de la esperanza que todo puede ser mejor.


El apóstol Pablo, ante la majestad de la presencia de Dios en su vida declaró: ".......Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén......." (Ef. 3:14-21)


La conceptualización de la grandeza de Dios pasa, en principio, por la magnanimidad de su poder, en función de lo cual fuimos nosotros creados. Entre tener que escoger este concepto como propio y desecharlo por la limitación de la concepción de un "big-ban" fortuito, al comienzo de los tiempos, es lógico reconocer que la concepción de Dios, cualquiera que esta sea, es infinitamente más grande que las elucubraciones grandilocuentes de aquellos que creen que tienen a Dios agarrado de las barbas. Todas aquellas cosas que la ciencia descubre están dentro de la concepción de nuestro Dios, Él las contiene en sí mismo y se place en revelárnoslas, de manera espontánea, cuando bien le pluge y necesitamos.


Hay un hombre interior predestinado a alcanzar el poder de Dios para manejarse, eficientemente, en su interrelación con la sociedad; sin embargo, esta predestinación es menospreciada, olímpicamente, por la mayoría de la humanidad y las consecuencias, normalmente, son los problemas sociales que, a través de la historia, se han manifestado, manifiestan y manifestarán, hasta la segunda venida de Cristo. Cuando digo problemas sociales, me refiero a todos los problemas sociales habidos y por haber; desde los de carácter doméstico hasta los que atañen, virtualmente, a todo el mundo. Sin temor a equivocarnos, los cristianos sabemos, a ciencia cierta, que ninguno de los problemas sociales de la actualidad existirían si la humanidad se hubiera sujetado bajo el régimen de Dios y de su hijo Jesucristo. Todavía hay tiempo.


El Espíritu Santo de Dios, al hacer nido en los corazones de los hombres, de modo que nos fundimos en uno con Él; hace que la figura de Cristo, con todos sus atributos, vaya siendo constituida en nosotros hasta el alcance de su estatura y plenitud. Conforme esto sucede, el entendimiento, cimentado en el amor, empieza a invadir las dimensiones de su integridad hasta coparlas y sobrepasarlas, de modo que empezamos a profundizarnos en la infinidad de su eternidad, en donde encontramos el gozo verdadero, profundo e inefable, que no tiene parangón. ¿Cómo no dar loas y gloria a quien nos concede, gratuitamente, tan inefable don? Al mundo esto les parece locura y les es incomprensible y a nosotros nos parece locura que aquellos desprecien tan inapreciable regalo que puede ser tomado hoy.......Los quiero mucho......