Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

lunes, 15 de noviembre de 2010

“…….no había allí nadie…….”


Parece mentira que, hasta hoy, existan personas que duden si Dios puede o no hacer tal o cuál cosa y con dicha falta de fe detienen, con injusticia, la verdad. En tiempos del profeta Eliseo, la ciudad de Samaria fue sitiada por el ejército de los sirios, al mando del rey Ben-adad. Fue tanta el hambre que una cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata. Tanto fue el apetito que, las madres, empezaron a comerse a sus hijos. En estas circunstancias, el rey de Israel mandó a sacarle la cabeza a Eliseo y este, en respuesta, les profetizó que, al día siguiente, sería liberada Samaria. Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, se burló de la profecía y Eliseo le dijo que lo vería pero que no se beneficiaría y así fue.
El ejército de Siria huyó, en estampida, aterrorizado porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército y unos leprosos judíos que se aventuraron, al anochecer, para ir al campamento de los sirios; llegaron a la entrada del campamento de los sirios y no había allí nadie. Los sirios se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba. Al mandar, el rey de Israel, a unos mensajeros para verificar lo que los leprosos decían, estos los siguieron hasta el Jordán; y he aquí que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado por la premura. Al príncipe que se burló, el pueblo le atropelló a la entrada, y murió.
Como este relato histórico, existen cientos en la Biblia que hablan, indudablemente, del poder de Dios y sus maravillas. Como si esto fuera poco, Dios nos habla por medio de las cosas hechas, de modo que no tenemos excusa para no creer. Nosotros, los cristianos, somos, en cierto sentido, como los leprosos que, encontrándose con muchas riquezas en medio del campamento de los sirios, nos persuadimos de la necesidad de comunicar, a todos, del beneficio que hemos encontrado. Porque lo que hemos encontrado en Dios es un beneficio y una riqueza tan inconmensurable que podemos hacer ricos a todo el mundo y nuestra riqueza no mermaría un ápice. Vengan, de una vez y enriquézcanse por demás…….
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Hay quienes no quieren entender ni por las buenas ni por las malas porque se echan a la espalda los buenos mensajes, y la disciplina que Dios les impone, los hacen más duros hasta que, no existiendo más remedio, Dios los elimina en un santiamén, dejándonos a los testigos anonadados, turulatos y perplejos. Bendito sea Dios y bendito su santo nombre. Enhorabuena haber recibido, sin merecerlo, la condición de ser sus hijos.