Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

martes, 26 de octubre de 2010

“…….es seguro…….”


La carta a los hermanos de Filipos la escribió Pablo, con ayuda de  Timoteo y en ella quiere, por un lado, confirmar el estado espiritual de la congregación de Filipos y por el otro, animar a todos y recomendarlos en la observación del desarrollo de los acontecimientos, previniéndolos de quienes iban en contra de la fe, de una u otra manera. En el capítulo 3 les insta a seguir teniendo gozo en el Señor, a tener cuidado de los “perros”, los malos obreros y de los judíos cristianos que querían que, los gentiles que se acercaban al evangelio de Cristo, se circuncidasen. Les deja en claro que, tanto los gentiles de Filipos y él, son, realmente, la circuncisión hasta hoy; es decir, los que en el espíritu servimos a Dios desechando la confianza que los judeocristianos le daban a la circuncisión física. A sabiendas que los juedeocristianos se vanagloriaban de y en la circuncisión, describe una retahíla de características propias que poseía como judío convertido al cristianismo y que nunca usó sino para tapar la boca de aquellos.
Pablo asevera que, todas aquellas cosas de las que se podía vanagloriar delante de propios y extraños, él las estimaba como pérdida por amor de Cristo. La excelencia del conocimiento de Cristo Jesús hizo que Pablo considerase todas las cosas como pérdida y basura. En este punto cabe reflexionar si nosotros aun nos apoyamos de las cosas, propias del mundo, para sobrevivir. Ya no tenemos nuestra propia justicia o nuestra propia manera de ver las cosas. Hemos pasado a un mejor estado en donde ejercitamos la justicia de Dios que es en la fe de Cristo Jesús. Es la manera en la que le conocemos, que nos identificamos con él, en la que podemos concebir el poder de su resurrección de entre los muertos, en la participación de sus padecimientos hasta llegar a ser semejantes a él en su muerte, anhelando llegar a la resurrección de entre los muertos a causa de padecer lo mismo que él. Una de las razones primordiales por las que hemos sido escogidos por Cristo es la de padecer con él lo que él padeció.
Otra de las consideraciones, de carácter reflexivo, que debemos tener con respecto a nosotros mismos es el no pensar que hemos ascendido a alturas “inconmensurables” en donde, virtualmente, no podemos ser tocados por otros dentro de la Iglesia. En todo caso debemos ser humildes en ese punto para no caer en infatuación, lo cual es un pecado. El ejemplo de Pablo, para lograrlo, es el olvido de aquellas cosas en las cuales nos ufanábamos en el pasado y mantener fija la mirada en la meta a alcanzar, al llamamiento de Dios en Cristo. Si hay quienes se han considerado o se consideran perfectos, en aquello que se nos impone como método de vida y conducta, haríamos bien en pensar que no lo hemos logrado aun, como cuando se nos dice que nos consideremos como siervos inútiles porque sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer y nada de más.
Ponerse como paradigma de otros conlleva, en sí, una fortaleza increible pero no imposible de lograr. Pablo lo hizo y nosotros también lo podemos hacer porque, como dice el refrán: “…….las buenas palabras convencen, pero el ejemplo arrastra…….” Decir, como Pablo, “…….sed imitadores de mí…….” Conlleva una gran responsabilidad y un compromiso que beneficiará a muchos porque tendrán delante de ellos una referencia viviente y no una de alguien a quien no se puede ver en el presente. Los enemigos de la cruz están muy cerca de nosotros y no escatimarán en hacernos tropezar si les damos la más mínima oportunidad. Debemos recordar siempre que somos ciudadanos de los cielos y que vivimos con la esperanza puesta en Cristo nuestro Señor y Salvador, el cual vendrá para que estemos con él por la eternidad junto al Padre. Vamos a ser transformados en un abrir y cerrar de ojos a la final trompeta.