Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

sábado, 11 de septiembre de 2010

“.......cerrad las puertas y atrancadlas.......”

Esta, entre otras, fue la orden perentoria que dio Nehemías 7:3, a un grupo de judíos que lo acompañaron, cuando terminó de reconstruir los muros de Jerusalén, después de regresar, con un grupo de cautivos, desde Persia; con la venia de Artajerjes, rey de Persia.
El pueblo judío había sido dispersado según la advertencia de Dios quien les había dicho: “.......Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos.......” Lv. 26:33. Ahora, este mismo pueblo, en una segunda avanzada, terminó de reconstruir los muros de Jerusalén y por causa de sus enemigos, que eran muchos, debieron de encerrarse dentro de Jerusalén.
Esta es, de manera resumida, la historia del pueblo de Israel. Un intento infructuoso de establecer un vínculo imperecedero con Dios; o mejor dicho, de Dios tratando de encarrilar a los judíos por el buen camino. Vivieron tiempos de gloria, en la que la relación con Dios era constante y victoriosa; alternadas con tiempos de sufrimiento, por causa del pecado, en donde eran desterrados y consumidos por los pueblos que los rodeaban.
Tanto fue el amor y la paciencia de Dios para con su pueblo, Israel, que, finalmente y como un último recurso Dios les manda a su propio hijo, el cual es muerto por los judíos en muerte de cruz. La más horrible de todas las muertes infringidas que se conocen; diseñada para que el condenado muera con el máximo dolor en el mayor tiempo posible. Un martirio insufrible que padeció Cristo por todos nosotros.
Al no ser aceptado Jesús, el hijo de Dios, por los judíos y al ser muerto este por ellos; Dios se enciende en ira y rompe su pacto con los judíos y para simbolizarlo rompe el velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo en el templo de Jerusalén, oscurece el sol por tres largas horas y produce un terremoto en donde las rocas se parten: Mateo 27:51 “.......Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.......”
Sabiendo Dios que estas señales serían poco para los judíos, resucitó a Cristo al tercer día y este se hizo evidente a muchos antes de subir a los cielos delante de más de 500 personas. Este es el Cristo que rechazaron y rechazan, hasta hoy, los judíos, es el Cristo que nos es dado a nosotros, los que no somos judíos, para que ahora seamos nosotros hijos del Dios verdadero y pasemos a ser, como hemos pasado, los verdaderos judíos. Un pueblo redimido por Dios. Los “judíos” que perdieron la potestad de ser llamados hijos de Dios, desde entonces, se empeñan en recuperar su lugar delante de Dios y pensando que le hacen gracia, piensan que mantienen un vínculo con Él, fuera de Cristo y que “en su nombre” están haciendo todo lo que hacen por conquistar, no solamente la tierra santa sino el mundo entero. Craso error conceptual que los llevará, nuevamente, a su destrucción total.