Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Condenados, sin justificación.......

A través de la historia de la humanidad, hasta nuestros días, Dios se ha manifestado, de muchas y múltiples maneras (“.......Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.......” Hebreos 1:1), para establecer con el hombre un vínculo indisoluble que perpetúe eternamente su relación con él; pero el hombre, en su obstinación, ha despreciado, histórica y sistemáticamente este ofrecimiento hasta el punto de obnibulizar su entendimiento para no tener, siquiera, la más remota noción de su existencia.
Denodadamente, Dios, se ha comunicado con el hombre para hacerle entender la necesidad del establecimiento de un orden natural que sirva para vivir mejor los días de nuestra existencia y ese esfuerzo lo vemos plasmado en la entrega que nos hace de su Hijo y su palabra, La Biblia; sin embargo, el hombre no acata razón y lo sigue despreciando.
Ultimadamente y para que no exista justificación alguna, de los que quieren cometer todo tido de injusticias; Dios, nos ha dado a los hombres una conciencia para comunicarse con nosotros de manera directa y sin intermediarios de modo que, cuando vamos a hacer lo malo, sintamos el dictado de Dios deteniendo nuestras malas intenciones y para que cuando hagamos lo bueno, sintamos también, con la misma fuerza, su aprobación. ¿Es verdad lo que digo? Ciertamente que sí, no porque yo lo diga, sino porque todos los hombres sabemos que es así; de manera que nadie tendrá justificación a la hora del juicio final; porque va a haber un juicio en donde todos comparezcamos delante de Él.
Algunos piensan que esto no es así pero yo les pregunto, remitiéndonos a nuestra niñez: ¿Recuerda Ud. la primera vez que hizo algo malo y que tuvo conciencia de la maldad cometida? Claro que sí, porque nunca olvidamos tal acontecimiento porque tuvo una consecuencia y la consecuencia la sufrimos nosotros. ¿Qué pasó después? Empezamos a cometer otras “faltas” hasta que nos volvimos “exquisitos” y empezábamos a hacer las cosas con “cuidado” para que no nos descubrieran. Al principio, cosas pequeñas y después descubrimos que éramos incorregibles. Dios permitió que entrásemos en la vorágine del pecado para que cuando estemos hartos de cometer nuestras tropelías y finalmente, estando derrotados, exclamemos delante de Él “.......Dios mío, perdóname.......” Lamentablemente esta no es la realidad de todas las personas, sino de unos pocos. La mayoría hace de tripas corazón, se limpian la boca y enaltecidos siguen buscando, con afán, la comisión de un siguiente pecado.
La muerte es un trance ineludible por el que debemos pasar todos los humanos y el pecado trae consigo la incertidumbre que se perpetúa hasta la eternidad. La Escritura nos recuerda: “.......Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados.......”, Hebreos 10:26. Osea, Cristo ya no nos puede salvar. Se le acaban las justificaciones al hombre, cayendo en desgracia. Ser un desgraciasdo es la peor cosa que le puede pasar a un hombre en esta vida y la mejor es tener su gracia.
Hay quienes juegan con el amor y con el amor no se juega porque Dios es amor de manera que, cuando pecamos, nos estamos burlando de Dios, nos estamos burlando del amor. “.......No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Gálatas 6:7.