Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

viernes, 31 de diciembre de 2010

La ofrenda a Dios.



La ofrenda que damos a Dios -porque a Dios es al quien se la damos- es una inveterada costumbre de los fieles de la Iglesia de Cristo desde que esta fue fundada por el propio Cristo. Los años se han sucedido hasta llegar a este primero de Enero del 2011 y subsisten controversias (no en la Iglesia de Cristo) acerca de dónde, cuándo, cuanto, cómo y una retahíla de preguntas que, muchas veces, nos agotan, a los que explicamos, al tener que seguir redundando, sobre lo mismo, en aquello que, se supone, debe ser "pan comido" de algunas "iglesias".

En el capítulo 9 de la segunda carta de Pablito a los Corintios, les explica (inspirado por el Espíritu Santo) de manera prístina, algunas condiciones ineludibles que nos alcanzan luces al respecto. Aunque es cierto que la ofrenda de la que trata Pablo, en su escrito, es de carácter especial; no es menos cierto que las mismas condiciones, a las que alude, bien se pueden y se aplican -sin desmedro del Espíritu- a toda ofrenda que hagamos dentro de la Iglesia. La clave en la que debemos meditar está en el versículo 7 que reza: ".......Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre......." Al decir esto Pablo, como lo dice; establece un parámetro en el que la ofrenda ha de ser de carácter voluntario y jamás impositivo; en otras palabras: Nadie debe sentirse obligado a ofrendar.

Cuando alguien es (de alguna manera) obligado a ofrendar; ya no puede hacerlo con la recomendación de Pablo de: ".......Cada uno dé como propuso en su corazón......." con lo cual pasaría por alto una instrucción inspirada por el Espíritu Santo. En seguida recomienda que sea: ".......no con tristeza......." y lo hace a sabiendas que cuando alguien tiene la imposición de ofrendar y no puede alcanzar la imposición establecida, se frustra y, forzosamente, se va a entristecer; bien sea por tener que dar lo pactado -sacrificando sus intereses- o por no hacerlo o hacerlo a medias. Cuando uno se somete a un pacto de dar una suma impuesta, ese pacto lo esclaviza y lo sojuzga sintiéndose en la necesidad de dar; cuando Pablito recomienda todo lo contrario. Él nos dice que no lo hagamos por necesidad; Dios quiere que lo hagamos libremente, bien sea que lo demos todo o una parte.

También, a sabiendas que una de las advertencias -dentro del contexto- es: ".......El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará......."; hay quienes se imponen, a sí mismos, la necesidad de ofrendar con la mira de "segar generosamente" y es entonces que dejan de ofrendar con liberalidad, pensando en el beneficio que van a obtener por hacerlo; cuando este "beneficio" jamás debe ser nuestra motivación para ofrendar sino, más bien, la de ofrendar para beneficio de los santos que trabajan por la obra y los pobres.......

Finalmente, el dador alegre es aquel que da con alegría natural; sin pensar en que tiene la "necesidad " de dar, o que va a dar pensando en recibir algo a cambio. En todo caso, no hay mayor ni mejor recompensa que aquella de recibir el amor de Dios por causa de haber dado y dar nuestras ofrendas con alegría, felicidad e incondicionalmente, bien sea que demos todo nuestro haber o que demos muy poco.......

martes, 14 de diciembre de 2010

Debe ser alegre.




Debe ser alegre.

“…….presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad…….” Tito 2:7. El apóstol Pablo nos recomienda una serie de conductas para desarrollar seguridad en la consecución buena de nuestro cometido como cristianos. Quiérase o no, los cristianos tenemos una nube de testigos que nos observan;  unas veces con admiración, otras con envidia y otras con indiferencia; quizá esperando que tastabillemos para burlarse de nosotros. De las recomendaciones de Pablo a Tito, he rescatado esta que dice, en su primera parte, que nos presentemos como ejemplo de buenas obras. Cuando se nos dice que seamos ejemplo de buenas obras, es evidente que las malas obras salen sobrando porque ellas no deben ser parte del bagaje del cristiano. Hacer buenas obras, en nosotros, debe excluir las malas hasta el punto de desaparecerlas.
Luego, Pablo,  aborda la consideración de ser ejemplo en la enseñanza y en este punto nada puede ser dejado al azar porque, cuando enseñamos, lo estamos haciendo dentro de los cánones de lo que hemos aprendido, básicamente, de las escrituras y de nuestra experiencia en el devenir de nuestro cristianismo. Virtualmente, todas las cosas que hemos experimentado, incluyendo cosas que no son buenas, nos han de servir cuando hemos sacado de ellas la esencia buena de la enseñanza. Por sobre todas las cosas debe primar el paradigma del Profeta, por excelencia, porque es en Él que nos recreamos dentro de la verdad y haciendo lo que Él hizo. Mal haríamos en no practicar aquello que enseñamos, seríamos como los fariseos a quienes El verdadero increpó diciéndoles “hipócritas”.
La evidencia de integridad en nuestras vidas debe ser patente y no como “una lámpara debajo del almud”. Nunca debemos callar frente a la injusticia ni nadie puede exigirnos doblés de corazón frente a ninguna circunstancia. “La ignorancia es atrevida”, reza el refrán, y está tan generalizada la desvergüenza que la gran mayoría, que actúa mal, presupone que el total del mundo lo hace con desparpajo, hasta el punto que sienten perplejidad frente a quienes mantenemos nuestra integridad a toda costa, a pesar de nuestros yerros. Muchas veces, por cosas nimias, la integridad del cristiano se pone en tela de juicio y cuando esto es así, más son las voces de los detractores que las de los que pudiesen alabar nuestra buena conducta. Debemos cuidarnos más de no hacer el mal que de hacer el bien o, en todo caso, que nuestra bondad fluya de manera espontánea y natural.
Seriedad, en asuntos espirituales, no es sinónimo de “cara de palo”. El cristiano debe ser alegre siempre y su seriedad debe radicar en sus conceptos doctrinales y su modo de vida. Seriedad y alegría no son antagónicas, sin embargo, su desarrollo tiene su plan de acción o su momento y lugar de expresión. No es posible que nos carcajeemos mientras estamos dando una conferencia de prensa ni que estemos “serios” en un matrimonio. La seriedad a la que alude Pablito es la de alguien que se conduce con integridad de manera constante y no tiene desequilibrios en su modo de actuar. Hemos de recordar siempre que tenemos la asistencia del Espíritu Santo de Dios, quien nos asegura, realmente, que hemos hecho, que estamos haciendo y que haremos cosas buenas y que dejaremos de hacer cosas malas. Ese ejercicio es la recreación de Dios en nosotros. 

martes, 7 de diciembre de 2010

El Señor es nuestra salvación.


“…….Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?.......Salmos 42:2. Todos nos presentamos, de una o de otra manera, delante de Dios; bien sea que le invoquemos o bien sea que no. Como quiera que sea, siempre estamos en su presencia; para bien o para mal. Sin embargo, en la invocación, hay una manera válida y otra inválida; es decir, una errada y sin valor y otra acertada y efectiva. La diferencia, en la invocación a Dios, la establece la persona en el nombre de quién la hacemos, y en este caso, la correcta, es la de El Rey de los judíos. No piense, aquel que invoca a Dios, que será escuchado sino cumple con el requisito de hacerlo en el nombre de El Rey de Israel.
Hay miles de millones de personas que invocan a Dios sin usar el nombre de quien es  La resurrección y la vida y de esta manera desprecian a aquel que vertió su sangre por nosotros. Invocar a Dios en el nombre del Cordero sin mancha y sin defecto es asegurar la recepción de nuestro ruego y si el mismo es noble, su consecución. La metáfora que usa el salmista, de la palabra sed; nos habla del paralelismo que existe, entre la necesidad -de Dios- que tiene nuestra alma, en comparación con la que tiene nuestro cuerpo, de agua. Tener sed como hambre de Dios, es anhelar constantemente, diariamente y en todo momento, la presencia de nuestro Dios; porque estando Él siempre a nuestro lado, nos da la garantía de andar bajo sus preceptos en toda circunstancia y nos asegura su complacencia.
El Dios vivo es la conceptualización real de la presencia constante de Dios en nuestras vidas. Es importantísimo hacerlo patente en todas las instancias porque eso nos concede armonía con nuestro entorno y nos da la empatía que necesitamos para nuestra interrelación con la humanidad. Conceptualizar un Dios circunstancial y/o antojadizo no le conviene a nadie, porque andar fuera de Él es romper nuestra armonía con nuestro entorno; es volver dificultosas nuestras relaciones con los demás; es entorpecer la voluntad de Dios, es hacerse desgraciado. Nadie, en su sano juicio, quisiera estar fuera de la gracia de Dios, pero hay quienes, a pesar de ello, reniegan de su presencia y lo hacen pasar a un segundo plano o lo desaparecen.
Los tiempos que nos toca vivir son muy especiales porque las contingencias, que a diario se nos presentan, nos demandan de mayores y mejores respuestas que, muchas veces, desbordan nuestras capacidades. Es, en esta instancia, en las que la sed y el hambre de Dios se hacen más elocuentes y encontrarnos desvalidos, de una eficiente comunicación con Dios, nos pone en desventaja. El Señor es nuestra salvación y acudir a Él es atinado y corresponde a quienes queremos andar con responsabilidad nuestras vidas. No nos dejemos engañar, si no invocamos a Dios en el nombre de El soberano de los reyes de la tierra, no habrá respuesta.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Abrazamos la doctrina de Cristo.




Tanto Judíos como gentiles, debemos entender que, cuando Jesucristo fundó su Iglesia, lo hizo sobre el fundamento de la Ley mosaica, interpretando el Espíritu de la Ley y estableciendo una doctrina que la sintetiza sin sacrificar dicho Espíritu sino, más bien, exaltándolo. Los primeros en convertirse a Jesús, fueron judíos porque Jesucristo era judío y había ido a los suyos, obedeciendo a Dios. El es el Mesías que los judíos esperaban durante siglos y en Él se cumplieron 300 profecías que se encuentran a lo largo del Antiguo Testamento y esto puede ser visto, hoy mismo, por el pueblo de Israel. No solamente no lo recibieron como el Mesías sino que lo mataron.
Dios actuó con gran amor y misericordia con un pueblo, por demás, rebelde y contumaz. El amor de Dios, hacia el Pueblo de Israel, ha sido demostrado a lo largo de miles de años; una y otra y otra y otra vez; pero, como podemos ver, a Dios también se le acabó la paciencia; aunque, en realidad, aun no se le ha acabado porque, hasta hoy, está esperando que todos, judíos como gentiles, procedan al arrepentimiento de sus malas obras y sean perdonados por la gracia de la sangre de Cristo Jesús. El problema que subsiste, entre los judíos y los pecadores del mundo, es que no creen en Jesucristo y al no creer en Él, lo tienen, en sus corazones, bien clavado y muerto en aquella ominosa cruz. Muy diferente a los que sí creemos.
El apóstol Pablo, judío de judíos y perseguidor implacable de los cristianos, antes de creer en Jesús; interpretó, de manera correcta, lo que los judíos, hasta hoy, no pueden interpretar, a pesar que tienen la escritura en sus narices. “…….Mas os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia que de Dios me es dada para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo…….” Romanos 15:15, 16. Pablito trae a colación, en un corto párrafo, cinco citas, veterotestamentarias, que aluden, sin lugar a dudas, la inclusión de los gentiles en el redil de Dios y esto es lo que los judíos no quieren.
Quieren seguir siendo “el pueblo escogido de Dios”; pero ya no lo son porque, somos los judíos y gentiles (que abrazamos la doctrina de Cristo), quienes somos, ahora, el verdadero Pueblo de Dios. Hemos recibido las promesas que eran, exclusivamente, para Israel. Tal es la obcecación que hasta hoy mantienen, que siguen esperando al Mesías y después de casi 2000 años, quieren reconstruir el Templo de Salomón, destruyendo el Domo de la Roca y la Mezquita de El Aksa de los musulmanes, que están en su lugar, desde hace más de 1300 años. Dios, en su bondad y magnificencia, ha proveído, hasta hoy, la manera de volver a ser su pueblo; sin necesidad de encender una conflagración, mundial, de pronóstico reservado.

domingo, 5 de diciembre de 2010

La herencia del Espíritu Santo.


Lo que le ha acontecido al pueblo de Israel a través de su historia y lo que le acontece hoy; es el testimonio viviente, continuo y sobrecogedor de lo que le acontece a todo aquel que, habiendo tenido, reiteradas veces, pruebas indubitables de la majestad y el cuidado de Dios y de su eterno poder; persiste en seguir pecando obstinadamente pretendiendo hacer su propia voluntad y no la de Él. Es así que, Dios, en su furia, los desechó destruyendo el Templo de Salomón, que era el centro de la adoración judaica y testificando después: “…….sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable…….” Zacarías 7:14.
Aun, después de este acontecimiento y por la misericordia de Dios; el pueblo de Israel fue reunido nuevamente en Jerusalén y fue reconstruido el Templo de Salomón, por segunda vez, con mayor esplendor que el que antes tenía. Sin embargo, los judíos siguieron prevaricando y sus enemigos, aprovechándose de esta debilidad, fueron introduciendo, en el propio Templo, abominaciones paganas. Cuando Cristo Jesús aparece, en el meridiano de los tiempos, encuentra una casta sacerdotal totalmente reblandecida y corrupta, hasta el punto que permitían que el Templo funcionase como un mercado cualquiera de compra y venta de mercadería de todo tipo. La historia nos narra que Cristo los sacó a empellones, volcando las mesas y sus enseres para luego no permitir que nadie vuelva a hacer lo mismo en su presencia.
Jesús, el Mesías esperado por el pueblo judío, fue quien le dio al Templo su esplendor más grande porque, en él, anunció las buenas nuevas que, supuestamente, los judíos esperaban desde hacía siglos. En Jesús se cumplieron más de 300 profecías mesiánicas que los judíos, como pueblo, no quisieron y/o no supieron reconocer, en su momento, ni los príncipes de Israel ni los sacerdotes del Templo; solo unos cuantos del pueblo que se hicieron cristianos. Tal fue la dureza de sus corazones que conspiraron contra él hasta matarlo en la cruz. Fue en ese momento en que Dios rompió el pacto que tenía con los judíos y como símbolo imborrable de su determinación, el velo que separaba en el Templo el lugar santo del lugar santísimo -en donde moraba Dios-, se rasgó por la mitad. Quiere esto decir que, entre los hombres y Dios ya no hay un velo como en el tiempo de los judíos sino que, en vez del velo, Cristo se ha constituido como mediador entre Dios y los hombres. Qué hermosa figura.
Recordemos que este segundo templo fue destruido por los romanos, aproximadamente el año 70 después de Cristo y la pretensión actual de los judíos es volver a reconstruirlo para volver a adorar a Dios como antaño, sin considerar la historia de Cristo ni su evangelio ni el velo que se rasgo desde arriba hasta abajo en el momento que Jesús expiró en la cruz. Ese velo separaba el lugar santo del lugar santísimo en donde Dios se encontraba con el sumo sacerdote de Israel, una vez al año. No esta demás decir que, ignorar todas estas cosas es ignorar, olimpicamente, la voluntad de Dios. ¿Podrá mantenerse en pie delante de Dios quien tal haga?
Jesús resucitó al tercer día y subió a los cielos delante de numerosos testigos judíos y regresará para juzgar a los vivos y a los muertos; pero antes de regresar nos ha legado la herencia del Espíritu Santo, mediante el cual podemos llegar, nuevamente, al conocimiento de la verdad. Esta es la gran esperanza del pueblo judío y de todos los pecadores del mundo; que Dios, con su supremo amor y misericordia ha previsto un día de salvación para todo aquel que se acerque a Él, contrita el alma y arrepentido de sus pecados. A estos, les concede el perdón de sus pecados, cuando reconocen a Jesucristo como el Mesías que murió por nosotros en aquella cruz. Todos hemos pecado y con nuestro pecado, también, crucificamos al Hijo de Dios. Al hacernos sus hijos nos convertimos en el templo de su Espíritu Santo.
El día de salvación es hoy; no fue ayer ni sera mañana, es hoy porque hoy y en este mismo momento estamos en la presencia de Dios y no es necesario un gran esfuerzo para concebir que esto es verdad. El hoy y el ahora es el lugar de Dios, entonces es hoy y ahora cuando podemos llenarnos de su Espíritu Santo y nos llenaremos si nos arrepentimos de nuestros pecados, si se los confesamos y si hacemos su voluntad comprometiendo nuestro cuerpo y nuestra alma para recibir el perdón de nuestro pecados. 2 a los Corintios 6:2: “.......Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.......” De recibir el Espíritu Santo de Dios dice Hechos 2:38: “.......Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.......” Cualquiera, en su sano juicio, puede comprender esto.
Dios tiene la predisposición de entregar su Espíritu a todo aquel que lo anhele. En Lucas 11:13 nuestro señor Jesucristo nos recuerda:: “.......Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?.......” ¿Alguna vez se ha puesto Ud. a pensar en la posibilidad de poseer el Espíritu Santo de Dios dentro de Ud.? Cuando esto sucede, las posibilidades de nuestro conocimiento se multiplican por la eternidad. El hacernos uno con Dios, excede con creces la limitación de nuestro entendimiento, ampliándolo hasta el infinito. Qué maravilla, qué virtud, qué amor tan grande de quien nos ha creado y de su hijo Jesucristo. ¿Cómo no rendirles pleitesía por el resto de la eternidad si nos han predestinado a que seamos uno solo con ellos, siendo que nosotros lo hemos ofendido con nuestros pecados?
Una cosa es la predestinación de nuestra existencia en la eternidad que Dios ha creado y otra muy diferente es la aceptación que nosotros dispensemos a dicha predestinación. Algo así, guardando las distancias, como que alguien nos invita a una fiesta y nosotros decidimos si vamos o no vamos; con la salvedad que quien nos invita a esa fiesta es el propio Dios en la persona de nuestro señor Jesucristo. Es una gran tristeza que existan personas que rechacen esta invitación. ¿Ud. también la rechazará?
Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

sábado, 4 de diciembre de 2010

De manera fidedigna.


Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado; el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que está sobre ella, y todos los utensilios del tabernáculo, la mesa y sus utensilios, el candelero limpio y todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base, los vestidos del servicio, las vestiduras santas para Aarón el sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio, el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado. Éxodo 31:1-11.

Esta es la parte de la historia en la que Dios comisionó a personas especiales a quienes los llenó de su Espíritu, en sabiduría e inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Como dice la historia, todas estas cosas fueron destruidas cuando fue destruido el Templo de Salomón el año 70 de nuestra era. Lo paradójico es que, en Israel, se ha creado lo que se da a llamar: El Instituto del Templo o Majon HaMikdash y este Instituto propugna la construcción del tercer Templo de Salomón y este es el momento en que ya han hecho todos los utensilios de oro, plata, bronce y piedras preciosas, así como las vestiduras sacerdotales. Ellos afirman que se han hecho estudios, por muchísimos años, para hacerlos de manera fidedigna. El asunto es que, si hubieran recibido el Espíritu de Dios, como lo recibieron los artesanos que el propio Dios escogió, dándole instrucciones a Moisés; no hubieran necesitado de “muchos años” para hacer esos utensilios; los hubieran hecho de inmediato y sin estudios. Una confirmación de lo engañados que están es que, han hecho el candelabro de siete brazos de oro (pieza fundamental del Templo), de una sola pieza de fundición (sic); cuando la Biblia dice que fue labrado a martillo.

Las intenciones del pueblo de Israel son evidentes: Van a destruir la Mezquita de Omán (Domo de la Roca) y la Mezquita Al-Aksa, que está a su lado, en el monte Moriah, donde estaba el Templo hace, casi, 2000 años. Si no lo hacen, no pueden hacer su tercer Templo de Salomón y si no lo pueden hacer, nunca demostrarán que son “el pueblo escogido por Dios”;  condición que perdieron cuando mataron a Jesús. Las implicaciones son catastróficas porque no estarían destruyendo unos edificios sino que irían en contra de su cultura y de su religión musulmana; puesto que, esos edificios, representan el tercer lugar más sagrado del Islam. Los musulmanes tienen una población mundial de 1300 millones de seres humanos que verían, en esa acción, la mayor ofensa que nunca nadie les ha impuesto en la historia universal de su existencia. Muchisisímo más fácil sería, para unos y otros, convertirse al cristianismo; lo cual significa, entre muchas cosas, hacer de nuestro cuerpo el Templo del Espíritu Santo de Dios.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Los dos espías.


Hubo un tiempo en el que Israel, que era el Pueblo de Dios, infundía temor y respeto; como lo declaró -de entre muchas personas-, la ramera Rahab, con ocasión de la llegada de los judíos a la conquista de Jericó; la cual escondió, en su casa, a los dos espías que habían ido a reconocer la tierra y a quienes dijo: “…….Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros…….” Josué 2:9. Muchísimas son las ocasiones en las que, el pueblo de Israel, infundía temor y respeto por causa de ser el pueblo escogido de Dios y de cumplir, al pie de la letra, todos sus mandamientos. Ese no es el caso hoy.
Hemos de reconocer, indudablemente, que Dios hizo numerosísimos milagros y prodigios alrededor del pueblo de Israel, tantos y tan grandiosos que, probablemente, sigan causando admiración hasta el fin del mundo. Lo triste es que, el pueblo de Israel, no supo corresponder a Dios de la misma manera; es decir, con fidelidad. Han pasado casi 2000 años desde que ya no tienen el antiguo sistema de adoración que tenían, como cuando existía el Templo de Salomón, con todo el mobiliario consagrado y precioso, tanto por su significado como por los materiales con que fue construido y en donde abundaban las piedras preciosas, el oro, la plata, el bronce, las maderas finas, pieles y telas labradas con esplendor y primor.
Junto con todas estas cosas y con la parafernalia de sus rituales, fueron totalmente destruidos el año 70 de nuestra era, tal y como lo profetizó Cristo Jesús; hasta quedar, el lugar en donde estaban, totalmente raso. Actualmente, en ese lugar y desde hace 1300 años, se encuentra la Mezquita de la Roca o Mezquita de Omar o Qubbat al-Sakhra junto a la mezquita Alaqsa alquds. Es el tercer lugar más sagrado de los 1300 millones de musulmanes del mundo; pero los judíos, que se constituyeron, oficialmente, en Jerusalén el año 1947; tiene la pretensión de reconstruir, destruyendo las Mezquitas, el tercer Templo de Salomón. No entiendo para qué, si ya Dios los desechó, por causa de haber matado al Mesías que les envió; Cristo. También porque, hasta hoy, no le reciben; aunque unos pocos, sí.
Israel está buscando el Arca del Pacto que hizo Jehová con los judíos. Ellos piensan que, encontrándola, volverá el esplendor de su gloria como cuando estaban, virtualmente, de la mano de Dios. No se dan cuenta, o mejor dicho, no quieren darse cuenta que, en Cristo Jesús, pueden tener, nuevamente, esa relación. Testimonio de ello lo ha dado la Iglesia de Cristo, desde el momento que el propio Jesucristo la formó. Hoy hay millones de personas que pueden testificar el verdadero significado de ser y sentirse, verdaderamente, Hijos de Dios. Tenemos una comunicación directa con Dios, en Cristo Jesús. No sé cómo harán ellos porque, según la Ley de Moisés, solo el sumo sacerdote puede comunicarse con Dios; una vez al año, en el lugar santísimo del Templo que ya no existe desde casi 2000 años.