Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

domingo, 31 de octubre de 2010

“........caían sobre él.......”


Nuestro señor Jesucristo fue un ser excepcional, a no dudarlo; un ser humano fuera de serie porque en él se albergaban todas las virtudes de Dios y es por eso que se le llama, por antonomasia, el Hijo de Dios. Cuando decimos Hijo de Dios, todos sabemos que nos estamos refiriendo a él y a ningún otro; sin embargo, nosotros, los cristianos, también somos hijos de Dios, con la salvedad que nosotros, a diferencia de él, sí pecamos. Esta es la salvedad que hace la gran diferencia entre nosotros y él; pero también la causa de nuestra admiración, respeto y devoción hacia Dios porque, estando inmersos en nuestros pecados, no escatimó en perdonarnos, cuando nos arrepentimos, para después constituirnos en sus hijos también.  Las implicaciones de ser hijo de Dios son diversas y todas buenas; de entre ellas destaca, en principio, ser depositarios de su gracia haciéndonos salvos de la condenación que se cierne sobre los que han pecado, pecan y seguirán pecando, hasta el momento de su retorno.
Todas las cosas que hizo nuestro señor Jesucristo no fueron escritas para la posteridad, sino tan sólo aquellas necesarias para brindarnos una cabal historia que fuera irrefutable acerca de lo que debe significar ser el Hijo de Dios. Nuestro señor Jesucristo anduvo por este mundo con la autoridad propia de los hijos de Dios pero él, con la de ser el primogénito. Todos los habitantes del mundo, que hasta hoy han sido, fuimos sujetos al pecado porque Dios, de esta manera, podía tener misericordia de nosotros. En este punto debemos aclarar que nosotros somos ángeles caídos que se plegaron a satanás en su rebelión celestial y fuimos arrojados a la tierra para tener una segunda oportunidad de reconciliarnos con Dios; pero nuestro señor Jesucristo siempre estuvo con Dios y era Dios, antes de ser Jesús. Siendo Jesús fue un ser humano como todos nosotros, pero sin pecado. Dejó de ser Dios en la Tierra.
A pesar de haberse despojado de su investidura de Dios, hizo numerosísimos milagros delante de la gente y todos no son mencionados en la Escrituras. Los milagros que hacía nuestro Señor, evidentemente, causaron admiración y respeto, tanto así que llegó un momento en el que, virtualmente, no podía moverse con libertad entre las personas y la gente (lo relatan las Escrituras) “…….caían sobre él…….”. Todos los milagros que hizo nuestro Señor pueden ser hechos por los hijos de Dios en la medida que asumamos, con fe, dicha categoría. Dios nos dice, por medio de Cristo, cómo quiere Él que nosotros seamos en nuestra vida terrenal y el cometido mayor del cristianismo es la de convertir a las personas en sus hijos, aunque es Dios quien, en última instancia, lo hace. Jesús recuperó la investidura de Dios al ascender a los cielos y nosotros nos conformaremos a Él en el arrebato.
Tanto quería, Jesús, dar gloria a nuestro Padre celestial, que reprendía mucho a sus benefactores para que estos no lo descubrieran y de este modo poder alcanzar a muchos antes de ser detenido por sus detractores. Los detractores de Jesús son los mismos ahora, como lo eran en aquel entonces y si nosotros somos fieles representantes de Dios, como él, no dudemos que a nosotros también nos querrán matar y nos matarán en la medida que nos hagamos evidentes por nuestra santidad que los denuncia escandalosamente. Jesucristo, con su poder, bien pudo conquistar el mundo y ponerlo a sus pies, como se lo propuso satanás; pero él no aceptó esa proposición porque esa no era su misión. La misión de Cristo era más profunda y sublime; la de entregarse a sí mismo en propiciación de nuestros pecados. Cristo murió en lugar de nosotros puesto que la comisión de nuestros pecados, solamente merece nuestra muerte más al arrepentirnos de los mismos, hacemos uso su sangre para salvación.

martes, 26 de octubre de 2010

“…….es seguro…….”


La carta a los hermanos de Filipos la escribió Pablo, con ayuda de  Timoteo y en ella quiere, por un lado, confirmar el estado espiritual de la congregación de Filipos y por el otro, animar a todos y recomendarlos en la observación del desarrollo de los acontecimientos, previniéndolos de quienes iban en contra de la fe, de una u otra manera. En el capítulo 3 les insta a seguir teniendo gozo en el Señor, a tener cuidado de los “perros”, los malos obreros y de los judíos cristianos que querían que, los gentiles que se acercaban al evangelio de Cristo, se circuncidasen. Les deja en claro que, tanto los gentiles de Filipos y él, son, realmente, la circuncisión hasta hoy; es decir, los que en el espíritu servimos a Dios desechando la confianza que los judeocristianos le daban a la circuncisión física. A sabiendas que los juedeocristianos se vanagloriaban de y en la circuncisión, describe una retahíla de características propias que poseía como judío convertido al cristianismo y que nunca usó sino para tapar la boca de aquellos.
Pablo asevera que, todas aquellas cosas de las que se podía vanagloriar delante de propios y extraños, él las estimaba como pérdida por amor de Cristo. La excelencia del conocimiento de Cristo Jesús hizo que Pablo considerase todas las cosas como pérdida y basura. En este punto cabe reflexionar si nosotros aun nos apoyamos de las cosas, propias del mundo, para sobrevivir. Ya no tenemos nuestra propia justicia o nuestra propia manera de ver las cosas. Hemos pasado a un mejor estado en donde ejercitamos la justicia de Dios que es en la fe de Cristo Jesús. Es la manera en la que le conocemos, que nos identificamos con él, en la que podemos concebir el poder de su resurrección de entre los muertos, en la participación de sus padecimientos hasta llegar a ser semejantes a él en su muerte, anhelando llegar a la resurrección de entre los muertos a causa de padecer lo mismo que él. Una de las razones primordiales por las que hemos sido escogidos por Cristo es la de padecer con él lo que él padeció.
Otra de las consideraciones, de carácter reflexivo, que debemos tener con respecto a nosotros mismos es el no pensar que hemos ascendido a alturas “inconmensurables” en donde, virtualmente, no podemos ser tocados por otros dentro de la Iglesia. En todo caso debemos ser humildes en ese punto para no caer en infatuación, lo cual es un pecado. El ejemplo de Pablo, para lograrlo, es el olvido de aquellas cosas en las cuales nos ufanábamos en el pasado y mantener fija la mirada en la meta a alcanzar, al llamamiento de Dios en Cristo. Si hay quienes se han considerado o se consideran perfectos, en aquello que se nos impone como método de vida y conducta, haríamos bien en pensar que no lo hemos logrado aun, como cuando se nos dice que nos consideremos como siervos inútiles porque sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer y nada de más.
Ponerse como paradigma de otros conlleva, en sí, una fortaleza increible pero no imposible de lograr. Pablo lo hizo y nosotros también lo podemos hacer porque, como dice el refrán: “…….las buenas palabras convencen, pero el ejemplo arrastra…….” Decir, como Pablo, “…….sed imitadores de mí…….” Conlleva una gran responsabilidad y un compromiso que beneficiará a muchos porque tendrán delante de ellos una referencia viviente y no una de alguien a quien no se puede ver en el presente. Los enemigos de la cruz están muy cerca de nosotros y no escatimarán en hacernos tropezar si les damos la más mínima oportunidad. Debemos recordar siempre que somos ciudadanos de los cielos y que vivimos con la esperanza puesta en Cristo nuestro Señor y Salvador, el cual vendrá para que estemos con él por la eternidad junto al Padre. Vamos a ser transformados en un abrir y cerrar de ojos a la final trompeta.

domingo, 17 de octubre de 2010

“…….se les descubren después……..”



El hombre, cuando niño, está bajo los cuidados directos de Dios y todas las circunstancias, en lo que respecta al uso de su voluntad, están regidas por Él. Pero el hombre crece y cuando lo hace, adquiere la facultad de razonar según la conciencia que Dios a todos nos da; hasta que viene el diablo y plantea lo contrario a los dictados de Dios. El resultado es que, indefectiblemente, el hombre cae de la gracia de Dios y deja de ser un niño inocente cuando se confronta, por primera vez, con la comisión del mal, es decir, cuando peca. Una vez que el niño transgrede, delante de Dios, haciendo su propia voluntad, en relación al mal; quien toma el control de la vida del niño, es el maligno.

El hombre no puede hacer nada, por sí mismo, para regresar a las manos de Dios, como cuando nunca pecaba. Al situarse bajo la sombra del pecado, también se pone bajo la maldición que Dios tiene preparada para todo aquel que transgrede, consuetudinariamente, hasta la muerte. Porque hay quienes, desde la primera vez, nunca más dejan de pecar porque son seducidos de sus propias concupiscencias y cometen con avidez toda suerte de pecado. De entre los que pecan, hay quienes se arrepienten y aceptan la invitación de Dios para regresar a su seno y vivir una vida santa hasta el fin. El hombre puede sentir la falta que le hace Dios porque, cuando se aleja de Él, Dios deja un vacío en el ser humano, que nadie ni nada puede llenar.

Los que piensan que están llenando ese vacío sin Dios, son aquellos que se conforman al mundo y creen que, siguiendo la corriente de pensamiento del mundo, tienen asegurado el “éxito” y muchas veces lo consiguen, no dándose cuenta que eso es una victoria pírrica. Virtualmente, todos hemos visto gente que “triunfa” y que, aparentemente, no tienen ningún tipo de contratiempo ni problemas. Ciertamente que hay quienes ocultan sus desvergüenzas porque tienen “vergüenza” que sean conocidas de todos, pero las siguen cometiendo pensando que “nadie” se da cuenta de las mismas cuando, en realidad, somos libros abiertos delante de Dios. Va a haber un juicio en donde compareceremos delante de Dios, en donde, la historia de nuestra vida, será puesta en la balanza del bien y del mal.

Es preferible que nuestro pecado se haga evidente en esta vida, para que nos avergoncemos verdaderamente y procedamos al arrepentimiento; antes que seamos descubiertos en nuestros delitos y no exista la posibilidad de un arrepentimiento sincero y mucho menos que podamos alcanzar el perdón. En 1 de Timoteo 5:24 se nos revela:“…….Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después…….” De modo que, absolutamente, nadie va a quedar con sus pecados encubiertos, a la hora del juicio; si llegó ahí sin haberlos cubierto, antes con la sangre preciosa de Cristo -quien murió por nosotros para que nosotros no sufriéramos la muerte de cruz, por causa de nuestros pecados- todo estará perdido.


Realmente no necesitamos que nuestro pecado se haga evidente para que procedamos al arrepentimiento; es preferible que se lo confesemos a Dios y a las personas afectadas

sábado, 16 de octubre de 2010

“…….amado mío…….”


Muchos son aquellos en quienes se ha depositado el amor de otros, mas de todos ellos, el más amado es, sin lugar a dudas, nuestro señor Jesucristo. Objeto del amor puro de su Iglesia, en quien se recrea formando y recorriendo vericuetos de armonía en la subliminación de sus sentimientos. Amar a Cristo es amar a Dios y visceversa; no amarlo es no haber conocido, nunca, el verdadero amor. Él nos ha amado desde el principio, nos ama hoy y no dejará de amarnos nunca porque nunca nos ha dejado de amar. El libro de Cantares, en la Biblia, nos relata el desarrollo de un amor puro entre dos jóvenes; su inclusión en el Cánon es la voluntad de Dios para que veamos la pureza del amor cuando tengamos que compararlo al descubrir la metáfora de la novia de Cristo como la Iglesia.
El más sabio de todos los sabios que sobre la tierra han; escribió el Cantar de los Cantares y en él describe, también, el sentimiento puro de la mujer hacia el hombre y en uno de sus versos dice Salomón, en lugar de la novia: “…….He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; nuestro lecho es de flores…….” Cantares 1:16. El ejercicio de extrapolar los versos de Cantares como si fuera la relación de Cristo y su Iglesia, es la mejor manera de conceptualizar el amor mutuo que nos profesamos Cristo y su Iglesia. Pero no tergiversemos los conceptos más allá de lo necesario o permitido. Nuestro señor Jesucristo nos invitó a amar a Dios por sobre todas las cosas del mundo, de modo que no podemos ir más allá sin quebrantar sus mandamientos. Nuestro amor a Dios debe ser más grande y esperar en Él.
Cristo, el judío maravilloso, cumplió su misión a cabalidad y gracias a Él, nosotros, los que no éramos pueblo, nos constituimos en el pueblo de Dios y esperamos su retorno como lo prometió. Tenemos miles de cosas en qué pensar y qué hacer, esperando su retorno pero, de las más sobresalientes, la meditación que le dispensamos, tratando de comprender a cabalidad la clase de amor que nos tiene y el gozo que sentimos al hacerlo, se convierte en regocijo que mantiene nuestra expectativa a tope. Recrearnos en lo fue su vida es un ejercicio constante que lo hacemos con naturalidad puesto que, en cada momento, lo evocamos como objeto preciado de nuestra vida. Todas las contingencias de la vida se resuelven en Él.
Él siempre está con nosotros por medio del Espíritu Santo de Dios y aunque todos nos abandonen, Él siempre permanece a nuestro lado infundiéndonos coraje y pundonor cuando estamos abatidos; gracia y alegría cuando el mundo se hunde a nuestro lado. Nos susurra lo mejor que podemos hacer y nos defiende del ardor de satán cuando pretende embaucarnos con su tentaciones que, al día, son mil. Estar en la gracia de Dios es un beneficio inefable que nadie podría explicar aunque viviera eternamente. Hay que sentirlo, hay que sopesarlo, hay que involucrarse en su gracia. Cuando venga entre las nubes será recibido por su novia, la Iglesia y nos fundiremos en uno con Dios para la eternidad. Nada en el mundo nos detendrá……. 

viernes, 15 de octubre de 2010

“…….encendió en Sion fuego…….”


Son numerosísimas las profecías que se han cumplido en relación con el pueblo histórico de Israel y de entre ellas, el fuego que consumió los cimientos de Sion por causa del pecado de sus profetas y las maldades de sus sacerdotes que derramaron la sangre de los justos. Actualmente, lo que necesitan hacer los israelíes, es estudiar, profundamente, las profecías que hablan de la venida del Mesías y confrontarlas con la historia de la presencia de Cristo en la Tierra. Son más de 300 profecías sobre Cristo que se han cumplido. No puede ser que la ceguera del pueblo de Israel prevalezca hasta hoy. Es imperativo volver a estudiar estas profecías y distinguir su cumplimiento en Cristo Jesús. Las facilidades que nos brindan los adelantos científicos de nuestra era puede facilitar este estudio entre todos Uds.
En Lamentaciones 4:11 “…….Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira; y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos…….” Pero en el Nuevo Pacto, los judíos históricos pueden ser reinjertados del árbol del cual fueron degajados por su obstinación. Cuando nuestro Señor Jesucristo venga entre las nubes y todo ojo le vea, será muy tarde para los judíos porque serán sorprendidos en sus pecados y lo que Dios quiere es que procedan al arrepentimiento antes que sea demasiado tarde. Pensar que pueden restaurar, físicamente, el Templo de Salomón en su lugar original, es suicida porque, como todos sabemos, en ese lugar se encuentra la mesquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado de los musulmanes. Destruirla equivale, tácitamente, al suicidio de Israel.
El sufrimiento del pueblo de Israel y de, virtualmente, todos los pecadores, siempre ha sido la disciplina que Dios les ha impuesto para que procedan al arrepentimiento. Muy pocos son los que pueden mirar el amor de Dios detrás de la disciplina y sin embargo, ahí está. Es sólo cuestión de meditar en la vida propia para ver si, lo que estamos haciendo, es del agrado de Dios o no. Este ejercicio se puede hacer también a nivel institucional y el Espíritu de Dios siempre nos guiará a las mejores reflexiones si invocamos su nombre en ese ejercicio. La historia secular de millones de hombres que han procedido al arrepentimiento de sus pecados y la historia de las instituciones que han rectificado sus rumbos, nos trazan el camino.
Les recomiendo, nuevamente, a todos los judíos del mundo: que confeccionen una página web privada y exclusiva para ellos, en donde establezcan un estudio pormenorizado de las profecías, acerca del Mesías, que se encuentran en el Antiguo Testamento, Pentateuco o Toráh. Puedo vislumbrar el acontecimiento histórico y bíblico de verlos, nuevamente, en la gracia de Dios para la eternidad reconociendo a nuestro señor Jesucristo como el Hijo de Dios prometido desde la antigüedad. Los días son malos y conviene aprovecharlos de la mejor manera y qué mejor que un estudio sobre el Mesías en donde se involucren, exclusivamente, los judíos de todo el mundo. Nosotros, los cristianos, estaríamos a la expectativa hasta el fin…….

jueves, 14 de octubre de 2010

“…….fuimos destruidos…….”

En los hechos históricos en donde la destrucción de un pueblo, como Israel, fue predicha con anterioridad, podemos ver el cumplimiento de las profecías como la confirmación del poder de Dios y la necesidad de obedecer sus dictados, so pena de sufrir lo mismo que aquellos sufrieron. Lo que habían hecho los judíos y que colmó la paciencia de Dios, es una retahíla de transgresiones que se sucedían una tras otra hasta el punto de hacerse costumbre. Pensaban iniquidad y maquinaban el mal haciendo uso de su poder. Codiciaban las heredades y casas y las robaban y tomaban. Oprimían al hombre, sus casas y heredades. Dios les prometió tiempos malos por esta conducta y los cumplió.
¿No están haciendo Israel lo mismo, hoy? ¿No están pensando iniquidades y maquinando maldades, usando su poder, contra el pueblo de Palestina? ¿No sabemos que codician las heredades y las casas de los palestinos, se las roban y toman para instalarse ellos ahí? ¿No oprimen a los palestinos, a sus casas y sus heredades? Y si están actuando, como actuaron hace siglos. ¿Piensan que no tendrán la misma retribución que tuvieron sus antepasados por hacer lo mismo? No se ensoberbezcan israelíes; como se profetizó en Miqueas 2:4 “…….En aquel tiempo levantarán sobre vosotros refrán, y se hará endecha de lamentación, diciendo: Del todo fuimos destruidos; él ha cambiado la porción de mi pueblo. !!Cómo nos quitó nuestros campos! Los dio y los repartió a otros…….” Así mismo les pasará ahora.
Todos los que, de una manera u otra, actúan con injusticia delante de sus semejantes, hoy; sean judíos, griegos o peruanos; todos recibirán su justa retribución porque Dios aborrece la maldad y no tolera la iniquidad de nadie. Los hombres tenemos toda una vida para darnos cuenta de la diferencia entre el bien y el mal y no crean que, quienes se han decidido a hacer el mal, van a salir incólumes en el día del juicio; no, no saldrán incólumes, sino que serán condenados por la eternidad a que permanezcan en el lago de fuego eterno preparado para ellos. Padecer por causa de nuestros pecados hoy, es para que procedamos al arrepentimiento y seamos salvos en el día postrero, pero si no nos arrepentimos y porfiamos, como los judíos, en seguir haciendo el mal, pereceremos.
Seamos sabios, observemos con detenimiento los acontecimientos mundiales y saquemos nuestras deducciones acerca de los tiempos del fin. Ya casi no hay tiempo para tomar nuestra decisión de seguir a Dios. Estamos en el umbral del fin del mundo; cada día más cerca y no hay marcha atrás. La maldad está contaminando, cada vez más, la sociedad mundial y las instituciones que nosotros pensábamos que serían la garantía de un mejor vivir, ya han sido penetradas por las huestes del mal y forman contubernios con todos los que facilitan consecutar sus protervos fines. No se diga, después, que no hubo quien nos advirtiera porque las señas, antes del fin, se hacen cada día más patentes. Tiempos peligrosos…….

miércoles, 13 de octubre de 2010

“…….derribaré esta torre…….”




Cuando el hombre, quien quiera que sea, establece una relación estrecha con el creador, adquiere características propias de Él que lo pueden conducir a grandes realizaciones. Un ejemplo resaltante lo establece Gedeón cuando perseguía a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián. El ejército de los madianitas tenía 15,000 hombres y el de Gedeón tan sólo 300. La proporción era de 50 á 1; algo que, en estadística matemática y estrategia militar, nos indica que las desventajas de una confrontación son enormes y virtualmente, imposible. Tal era la confianza de Gedeón en Dios que no tuvo reparos en seguir a un ejército 50 veces mayor que el suyo, pero lo hizo y venció capturando a los reyes de Madian, a quienes perseguía.
Sin embargo, esto fue tan sólo una bicoca en comparación con lo que habían hecho anteriormente, al ponerle sitio al campamento del mismo ejército, quienes, atemorizados y confundidos, al ser sorprendidos de madrugada, se mataron unos a otros ciento veinte mil hombres que sacaban espada. La premisa había sido seguir las instrucciones de Dios. Fueron los mismos 300, bajo el mando de Gedeón, quienes hicieron esta hazaña, con la ayuda de Dios. Ningún ejército de 300 hombres puede vencer a un ejército de 135,000 soldados, no sin la ayuda de Dios. Cuando Dios pone su mano poderosa en cualquier empeño que quiera hacer el hombre, para alcanzar una meta, no hay nada ni nadie que se le resista.
Gedeón, mientras persegía a los reyes de Madián y al ejército que restaba; pasó por Peniel y fue desairado por sus gobernantes a quienes les amenazó diciendo: “…….Cuando yo vuelva en paz, derribaré esta torre…….” Jueces 8:9b. Los de Peniel no quisieron dar de comer al ejército de Gedeón y él, con la confianza que Dios le otorgó, sabía, a ciencia cierta, que vencería a sus enemigos y regresaría, como triunfador, recogiendo sus pasos y es por eso que, con toda la confianza del mundo, pudo decir lo que haría a su regreso y lo cumplió. Botó la torre que había dicho que botaría y mató a todos los de la ciudad de Peniel. El asunto en estos tiempos es preguntarse: ¿Qué quiero hacer? ¿Está Dios de acuerdo con mis planes? ¿Son mis planes los planes de Dios? ¿Quién se beneficia más con mis planes?
El mundo adolece de innumerables problemas y cada cual es más grande que el otro. En muchos, ni siquiera existe un viso de identificación del mismo y a pesar de ello, las gentes sólo tratan de solucionar su propio problema existencial, no dándose cuenta que, al amar al prójimo como a nosotros mismos, redundaría en el beneficio de todos por igual y viviríamos, verdaderamente, en un mundo feliz. Pero esa no es la realidad. El problema más grande de la humanidad es el pecado y por su causa la Tierra ya ha sido condenada a su destrucción. Dios sabe muy bien que el mal prevalecerá en este mundo y es por eso que ha determinado que todo sea destruido por el fuego. El problema del pecado no se acabará con el mundo porque los pecadores serán condenados por la eternidad a menos que se arrepientan…….

martes, 12 de octubre de 2010

“…….alcanzar la salvación…….”


Alcanzar la salvación es, en principio, conceptualizar que va a haber una destrucción y la destrucción se refiere a la finiquitación de todas las cosas que conocemos y esto engloba, virtualmente, al universo entero. Entonces, de la salvación que estamos hablando es de la salvación de la destrucción del mundo, en su conjunto y del universo también; pero, sobretodo, de la condenación eterna. Esto implica, tácitamente, que después de la destrucción del mundo va a haber y hay un lugar en donde estaremos los salvados y este lugar es uno en donde estaremos con nuestros cuerpos transformados; los cuales serán transformados en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta. En este lugar estaremos por la eternidad con Dios, Jesucristo y de todos aquellos que murieron en su gracia.
No es ajeno, para nadie, el hecho que los impíos están floreciendo como la hierba, por todas partes y estos piensan que tienen a Dios agarrado de las barbas. Tal es su contumacia y atrevimiento que ahora “se organizan” para retar a los mismos Estados para que se sometan a sus dictados y eventualmente lo harán porque coercitan, a los que tienen un mínimo de “poder”, para desarrollar sus protervos fines y ahora apuntan a ser, ellos mismos, los protagonistas; tal es la desvergüenza con que orondos se pasean. Ya de plano están descalificados, puesto que la historia está plagada de innumerables relatos de personas y organizaciones que quisieron hacer de las suyas en todos los planos de la sociedad y siempre fracasaron. Bien dice el salmista en Salmos 92:7; es para ser destruidos eternamente.
El poder de Dios nos guarda mediante la fe y vamos a alcanzar la salvación que está preparada para todos aquellos que creemos y actuamos en consecuencia de nuestra creencia. Hemos cifrado nuestras esperanzas en Él porque nos ha dado la garantía de un mejor futuro en la eternidad aunque ahora tengamos que “padecer” por nuestra consecuencia para con Él. El mundo no nos tolera porque nosotros no toleramos el mundo y los señalamos con nuestro ejemplo de vida, de manera que, muchas veces no tenemos ni qué hablar para decirles que existe una mejor forma de ser y de actuar. Si a nuestro señor Jesucristo lo mataron sin haber pecado nunca; nosotros no debemos ni podemos esperar menos si nos comportamos como Él. Somos guardados de no mezclarnos con los asuntos pecaminosos del mundo.
Una de las mejores seguridades que podemos tener, con respecto a sus cuidados, se encuentra en: 1 Pedro 1:5 “…….que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero…….” Este es el tiempo postrero en donde vemos el cumplimiento de sus profecías con respecto al fin de todas las cosas. Ud. Y nosotros podemos estar juntos esperando con ansias ese momento en el que se cumplirá la promesa de su salvación. Distraerse de la realidad que nos embarga es menospreciar su amor y solicitud para con nosotros. Nos espera con amor…….

lunes, 11 de octubre de 2010

“.......pesadumbre de su padre.......”


Aunque no todos somos padres, todos somos hijos. Habemos hijos buenos e hijos malos. Dentro de los malos y como un sinónimo, están los necios. De necio dice la RAE cuatro acepciones a saber: necio, cia.
(Del lat. nescĭus).
1. adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. U. t. c. s.
2. adj. Imprudente o falto de razón. U. t. c. s.
3. adj. Terco y porfiado en lo que hace o dice. U. t. c. s.
4. adj. Dicho de una cosa: Ejecutada con ignorancia, imprudencia o presunción.
a necias.
1. loc. adv. neciamente.
Esto pinta, por entero, el espíritu de quien lo es. Esta categoría de malo es, sobremanera, mala; porque no solamente afecta a quien lo es, sino a quienes lo quieren y es por eso que en Proverbios 17:25 dice: “.......El hijo necio es pesadumbre de su padre y amargura a la que lo dio a luz.......” y esto nos habla de la proyección de las consecuencias de serlo. Dicha afección, tan directa, virtualmente no tiene solución sino en Cristo Jesús y resulta ser, su persistencia, peor que una piedra en el zapato que nos pudiera mortificar de por vida. ¿Qué hacer frente a esta contingencia?
Todo depende del cuidado que le pongamos a la educación de nuestros hijos para que esta sea, en todo sentido, una educación cristiana. No todos pueden ofrecer este tipo de educación, sin embargo, es la mejor garantía para que nosotros, como padres, no tengamos pesares o amarguras por “colaborar en la educación” de un hijo necio. La necedad es el producto de la forja consuetudinaria del mal hábito de hacer, siempre, cosas malas. En esto es necesario tener mucho cuidado porque llega un momento en el cual, Dios, retira de la persona la conciencia, es decir, ya no la asiste más en el discernimiento del bien y del mal sino que la entrega a su propia concupiscencia para que cometa, con avidez, toda suerte de mal. La persona se vuelve en un necio irreversible. Alguien quien ya no tiene remedio.
Una vez conocí a una persona que me dijo que era ininputable delante de la ley. Yo lo reconocí porque, no hacía mucho, había salido fotografiado en un reportaje de una revista popular de mi país. En ella se estipulaba los delitos en los que había incurrido, que iban desde asalto a mano armada hasta asesinatos. Los jueces lo habían declarado ininputable; es decir, una persona a la que no se le puede atribuir ningún delito porque su condición psíquica era la de alguien que no podia diferenciar entre el bien y el mal. Algo así como tener “patente de corso” para hacer el mal. Un ser temible; pero la condición a la cual llegó, es de su responsabilidad. Él fue niño como todos, es decir, fue inocente como todos nosotros y también, como nosotros, pecó por primera vez, pero nunca paró y Dios lo degradó.
El necio no nace, el necio se hace. No es como el idiota, el oligofrénico o el mongoloide, no. Llegar a ser necio es una de las cosas más vergonzosas que le puede pasar a un ser humano y decirle necio a alguien (bien sea que lo sea o no) es un insulto de grueso calibre que no se lo deseo ni a mi peor enemigo; sin embargo, si es necesario decirle necio a alguien para traerlo a corrección, por ese motivo, se lo tenemos que decir. Quién sabe si mañana, más tarde, recapacite de su mal camino y torne sus ojos hacia Dios como alguna vez lo hicimos nosotros, los cristianos. Sería muy importante que, si nos reconocemos como necios delante de Dios; también pensemos en nuestros progenitores porque a ellos les estamos causando, principalmente, el pesar y la amargura por causa de nuestros actos inconcientes.  Dios existe y su hijo Jesús aboga por nosotros para que tengamos una vida de gloria en su presencia por la eternidad. No desperdiciemos esta oferta de estar a su lado compartiendo su señorío para siempre.


“.......la elegida.......”


La elegida, en el pasaje de 2 Juan 13 “.......Los hijos de tu hermana, la elegida, te saludan. Amén.......”; se refiere a la Iglesia local que, en el momento de escribir la carta a María -la madre de Jesús-, estaba con Juan. La elección, con la que hemos sido favorecidos los cristianos, no es fortuita, sino que obedece a un plan de Dios que ha sido estructurado a través de toda la historia de la humanidad. Haber sido elegidos por Dios es un privilegio idescriptible que nos habla del amor de Dios hacia nosotros, los seres humanos. Esta elección se ha realizado desde antes de la historia de los tiempos y se ha manifestado a todos los hombres de diferentes maneras, a través de la historia de los mismos. La paradoja es que, no todos los hombres han aceptado esta elección, hay quienes han renegado y reniegan de ella.
El asunto que se debe destacar, en este punto, es que Dios no ha obligado, no obliga ni obligará a nadie a rendirle pleitesía (aunque bien pudiera hacerlo); lo que quiere, más bien, es que cada cual preceda al arrepentimiento por voluntad propia y no coercitado por nadie, de manera que nadie pueda alegar, en su presencia, que esta ahí obligadamente. Es posible que, en algunas ocasiones, algunos hayan sido virtualmente “conminados” a ser cristianos, pero esa conminación o arrebato, es de carácter temporal. Dios lo permite porque, por causa de la debilidad de algunos, si no hubieran sufrido este tipo de “conminación”, nunca se hubieran acercado al Señor y no hubieran disfrutado, entonces, todos los beneficios que ello depara.
Toda la Iglesia de Cristo es la elegida y todos su hijos son quienes la conforman en el pasado, presente y futuro; es el lugar en donde están todos los elegidos que han aceptado la elección de Dios para con la humanidad; que no han renegado de ella sino que la han acogido con beneplácito y disfrutan de todas las prerrogativas que implica estar en su seno. La Iglesia es de Cristo, Él la fundó, Él es el dueño, Él se recrea en su seno, la cuida, la protege y se desposará con ella para siempre. Estar en ella es una ponderosa garantía de que seremos arrebatados a los cielos en los postreros días, en ella nos cuidamos los unos a los otros para no caer en descrédito delante de Dios. Entre sus miembros nos consideramos en el amor de Cristo.
 Actualmente hay innumerable instituciones en donde los hombres se recrean y soslayan según sus conveniencias o sus propias concupiscencias y no según Dios. El engaño de satanás ha cuajado hasta el punto de hacer creer a la gente que, en algunas instituciones, están haciendo un bien a la humanidad con la corriente de sus pensamientos que se convierten en vox pópuli, a pesar del engaño que encierran en su seno. De las peores cosas que podemos ver, en ese sentido, figuran congresos corruptos, consejos de ministros corruptos, “poderes” judiciales corruptos y hasta constituciones contaminadas con artículos que producen corrupción impune para quienes se advocaron a su constitución. Ya no es motivo de escándalo la comisión de delitos en los poderes del Estado de los Estados.......

sábado, 9 de octubre de 2010

“.......Despertad, borrachos.......”


Toda injusticia es pecado y beber alcohol es, actualmente, una injusticia; máxime, a sabiendas que el dinero que se gasta en ello, bien puede servir para contener, en parte, el hambre mundial. “Para muestra un botón”. En España se gastan más de 800 millones de dólares anuales en gastos sanitarios y sociales que giran alrededor del consumo indiscriminado de alcohol; no se diga del costo del alcohol, en sí mismo, sino que estamos hablando de los gastos provenientes de las consecuencias de beber alcohol desmesuradamente y estamos hablando de sólo un país. ¿También es necesario que estipule en qué se puede gastar el dinero despilfarrado? Cada cual sabe perfectamente en qué se pudiera gastar ese mismo dinero porque tenemos una conciencia que nos dice lo que es bueno y malo; salvo quienes no la tienen.
Los judíos fueron advertidos en su momento, en el Antiguo Testamento, de las consecuencias que tendrían sus pecados y de entre ellos se destaca a los bebedores inconcientes, a los borrachos. Las consecuencias de sus disoluciones fueron ejecutadas para que quedaran, históricamente, grabadas para la posteridad. Nosotros, en este tiempo, somos la posteridad; de manera que es por nosotros que se escribieron para que también nosotros quedemos advertidos, explícitamente, que nuestras borracheras y todos nuestros pecados, tendrán una consecuencia contundente que ninguno, en su sano juicio, quisiera padecer. Reza Joel 1:5 “.......Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca.......
Cuando sufrimos, en cualquier circunstancia, hay quienes increpan a Dios retándolo y maldiciéndolo, diciendo que: “.......si Dios existiera, no hubiera sucedido esto.......” qué chistosos, a mi me da gracia que haya gente que se manifieste de esta manera desconociendo, olímpicamente, los atributos de nuestro Dios. Estos mismos, cuando están de jerga, hasta agradecen a Dios por el vino que toman; en otras palabras: quieren hacer lo que les da la gana y encima ir al cielo. Esto es una lástima, es incongruente e ilógico; pero, sin embargo, es seriamente sostenido por muchos. Casi todos hemos oído escuchar retahílas como: “.......yo trabajo, estudio, cumplo con mi hogar, me tomo mi traguito, de vez en cuando me “levanto” una chica, no le hago daño a nadie.......” Pero lo cierto es muy, muy diferente.
Hay quienes piensan que este tipo de personas debiera morir, no es el caso de los cristianos; nosostros no queremos que mueran los que no son cristianos; queremos, como Dios, que procedan al arrepentimiento, que vivan una vida santa y piadosa, que disfrutemos, juntos, de la presencia de Dios en nuestras vidas, que juntos soslayemos el pecado y sus consecuencias para disfrutar de las bendiciones que sólo están reservadas, cada día, para los que creemos. Eso sí, si desobedecemos, consuetudinariamente, las advertencies que reiteradamente nos hace Dios, a través de nuestras conciencias; ya no hay salvación sino que una.......

viernes, 8 de octubre de 2010

“.......fuego en su seno.......”


Hablando en tárminos genéricos, el hombre tiene la inveterada costumbre de hacer lo que le viene en gana y ora mata a diestra y siniestra, como miente, roba o calumnia. Se recrea adulterando, fornicando o violando; como también chismea, se droga o se emborracha. No es ajeno a la maledicencia y la burla es un bocado apetecible; teje, cual araña, sus ardides; estafa, engaña y arrebata. La lujuria lo ensoberbece, recrea su vista en la maldad y se complace con quienes la hacen. La hipocresía es como un deporte para él, pega, golpea y rasguña. Elabora trampas para que sus presas caigan en ella. La blasfemia esta en su boca y se “burla” de Dios. El incesto es pan del día y se recrea en la pederastia, envidias, iras, contiendas, griterías, glotonerías, orgías, disipaciones, idolatrías, etc., etc., etc.......
Hay un refrán muy popular que dice: “Hombre precavido, vale por dos”, pero ahora lo he cambiado, desde hace un tiempo, por: Hombre precavido, vale por tres; porque, simple y llanamente, por un lado, el hombre se ha devaluado, de un tiempo a esta parte y por el otro, es más que urgente estar precavido de hacer las cosas bien, como Dios manda. Su degradación es increible y todos podemos ver que, prácticamente, esta en caída libre y aparentemente nada ni nadie lo puede detener. Esto me hace recordar las deslizaderas que existen en los parques de diversiones para niños; en donde los niños, al deslizarse, ya no pueden parar sino hasta llegar al suelo. Y lo recuerdo porque lo concateno con la Palabra de Dios que tiene el poder para poner a las personas en deslizaderos para hacerlos caer.
¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? Ciertamente que no, nadie puede hacer tal cosa y salir incólume. Pecar es como manejar fuego en nuestro seno, indefectiblemente nos vamos a quemar y seremos consumidos por dicho fuego. Dios es muy misericordioso y la única razón por la que, aun, no ha destruido este mundo, es porque esta esperando que todos procedan al arrepentimiento; tal es su amor y dulzura. Debemos de agregar que, junto con su amor y dulzura Dios es, también, justo y ha determinado que esta tierra sea quemada totalmente en una hecatombe que no ha tenido parangón en la historia de la humanidad, con la excepción del diluvio universal.
Vistas las cosas de este modo, no veo razón por la que el hombre común, que comunmente peca, no proceda al arrepentimiento, para que las desgracias que se avecinan a la humanidad no le alcancen y pueda, de este modo, salir incólume; por más pecado que haya hecho. Cuando venimos a los pies del Señor con verdadero espíritu de arrepentimiento, el es fiel y justo para perdonar todos nuestros pecados. Nosotros, los que hemos sido añadidos a su Iglesia, éramos iguales o peores que los que están fuera de ella. La diferencia fundamental es que hemos sido perdonados de nuestros pecados y ahora estamos dentro de su Iglesia, esperando con alegría su retorno con poder y gloria para juzgar a los vivos y a los muertos.

jueves, 7 de octubre de 2010

“.......no lo dejó entrar.......”


Cuando Dios tiene un propósito, induce a los hombres a actuar, cada cual según el espíritu que lo asiste y esta ocasión no era la excepción; Sansón buscaba una oportunidad para combatir contra los filisteos, a favor de los israelitas, de manera que todo salga según sus planes, en concordancia con Dios. En principio Dios había hecho a Sansón una persona extraordinariamente fuerte, tanto que en esa ocasión mató a mil personas con una quijada fresca de asno. Todo empezó con el enamoramiento de Sansón de una joven filistea con quien se desposó, a pesar que los israelitas eran enemigos de los filisteos por causa que Filistea dominaba sobre Israel en un dominio que se extendió por 40 años.
Después de una serie de peripecias hubo un descenlace que encendió la chispa de un gran conflicto entre los filisteos y los israelitas y esto se comienza a relatar desde Jueces 15:1 “.......Aconteció después de algún tiempo, que en los días de la siega del trigo Sansón visitó a su mujer con un cabrito, diciendo: Entraré a mi mujer en el aposento. Mas el padre de ella no lo dejó entrar.......” Él, persuadiéndose equivocadamente, entrego a su hija a uno de sus compañeros que estuvo con Sansón en su desposorio, pensando que Sansón la había aborrecido cuando en realidad solo estaba molesto con ella porque ella había revelado un secreto de Sansón que le hizo matar a 30 filisteos para pagar una apuesta.
Lo relevante, en la mayoría de los acontecimientos del Antiguo Testamento, es la estrecha relación que nuestro Señor establecía con aquellos que andaban según su voluntad. Estos, quienes se conducían según los dictados de Dios, casi siempre realizaron grandes hazañas que no hubieran logrado de no mediar aquella relación a que aludimos. Esto nos hace reflexionar acerca del poder de Dios, a través de los tiempos y de cómo, ese mismo poder, sigue incólume hasta nuestros días. Si esa es la premisa, es menester advocarse a su adquisición, sea cual fuere la porción que podemos manejar. Se nos ha dicho muy claramente que si nos hacemos de una relación con Dios que nos unifique con Él en una sola persona; seremos capaces de hacer cosas tan grandes como las que Cristo hizo. Hay que tener fe.
Ser instrumento en las manos de Dios, nos da una satisfacción inefable que no se compara con ninguna de todas las que podamos tener en este mundo y en esta vida. Ser hijo de Dios es tener sus pensamientos, sus sentimientos, su amor y todas las cualidades de su ser. Comenzar a parecerse a Dios es empezar a ser como Cristo; es por eso que Dios nos lo envió; para que nosotros tengamos un parangón en quien podamos inspirarnos de primera mano. Ser hijo de Dios es saber que estamos en el umbral de la vida eterna en su presencia. Las viscicitudes de esta vida pueden ser pasadas con integridad y aplomo. Ser hijo de Dios es el regalo más grande que el hombre puede recibir en la historia de la humanidad; algo que verdaderamente puede lucirse sin temor, con humildad y entereza.

miércoles, 6 de octubre de 2010

“.......cubiertos de cilicio.......


Existen 46 versos, en la Biblia, en donde se habla del uso de cilicio que, según RAE, era un “saco o vestidura áspera que se usaba antiguamente para la penitencia” En el Seminario Reina Valera dicen: “es un material hecho de pelo de cabra espinoso y basto Lo cierto es que es era usado para sentir aflicción y molestia para reducir el alma con angustias y pesares. La idea era que, al usarlo, no pudiera uno concentrarse en ningun tipo de pensamiento por demasiado tiempo, por causa de la mortificación que produce el cilicio y para recordarle de una realidad superior que quería tener presente. Se usaba para guardar luto, cuando se descubrían los pecados, como aflicción por los enfermos, cuando se conminaba al arrepentimiento, cuando había desolación, muerte, como señal de arrepentimiento, etc.
Hoy no se usa el cilicio, pero los motivos para usarlo se han multiplicado; sin embargo, muy pocos sienten pesar por las cosas malas que suceden delante de nosotros y los que las hacen o padecen, tampoco se inmutan, en absoluto. No hay aflicción, no hay arrepentimiento, no hay pesar ni congoja y si las hay no son para buscar a Dios como cosa a qué aferrarse; sienten tristeza que produce muerte. Las cosas que estamos viendo en este mundo son para llorar, para procuparse, para meditar sobre nuestros pasos, para clamar a Dios a voz en cuello; pero no, la gente prefiere “gozar” la vida y en forma general han entrado en una vorágine de pecado y malicia que lo único que puede acarrear es destrucción.......
Cada cual puede sustituir el cilicio si considera, en su corazón, el deterioro de todas las cosas de su entorno y si se esfuerza por sentir conmiseración por el sufrimiento ajeno. Si cualquier persona busca a Dios, fuertemente, tarde o temprano nuestro Dios se acercará a dicha persona y le instruirá en los caminos que debe de seguir. Si la persona, también, examina su corazón delante de Dios para preguntarle acerca de sus pasos; Dios le dirá si la persona esta en el camino correcto o si necesita corregirse. Esta facultad de dirigirse a Dios y clamar su presencia en nuestras vidas, es efectiva al 100%, a no dudarlo. A los que no creen en Dios los reto a que digan: “.......Dios, si existes dame una señal.......” pero háganlo pensando en que la recibirán y no para satisfacer su curiosidad, porque harían mal.
¿No sería maravilloso que Dios se olvidara de todos sus pecados? Todos hemos pecado desde la pubertad; cuando, por naturaleza, dejamos de ser niños. A partir de nuestro pecado original o nuestro primer pecado, hemos acumulado, a través del tiempo, una serie de pecados que cada vez se van haciendo más y más pesados hasta el punto en el que ya no podemos vivir tranquilamente. Vivimos como si estuviéramos condenados a muerte y nadie puede vivir una vida tranquilo con la sensación de saber que será condenado tarde o temprano. Dios no quiere que nadie se pierda sino que todos nos arrepentamos. Es la razón por la que Jesucristo murió por nosotros, para que no muramos por nuestros pecados. Aleluya. Gloria a Dios.

martes, 5 de octubre de 2010

“.......No soy profeta.......”


Cuando Zacarías profetizó acerca del Mesías, lo hizo en términos que tan solo unos pocos, en aquel entonces, lo comprendían; sin embargo, su profecía fue aclarada porque el mismo Jesús trajo a colación (antes de ser apresado) unas líneas acerca de la profecía que hablaba de dicho arresto por manos de los judíos en contubernio con los romanos, quienes, en aquel entonces, gobernaban Judea. Dijo Jesús: “.......Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.......” Citó, textualmente, a Zacarías 13:7 y como esta cita, existen alrededor de 300 profesías acerca de la venida del Mesías. No creer en Jesucristo, es un acto de necedad.
Nuestro señor Jesucristo no fue un profeta porque los profetas fueron hasta Juan el bautista. Nuestro propio Señor hizo esta afirmación y todos los que hemos creido testificamos que Jesús no fue un profeta, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Zacarías 13:5 “.......Y dirá: No soy profeta; labrador soy de la tierra, pues he estado en el campo desde mi juventud.......” Siendo, como es, el mismo Hijo de Dios; deberíamos entonces recapacitar acerca de la vida que estamos viviendo en este mismo momento y por medio de la conciencia, que todos tenemos, establecer si el estado en el que estamos es del agrado de Dios o no. En caso que el Espíritu nos diga que estamos reprobados, es necesario hacerse de las herramientas que el propio Dios ha establecido para que regresemos a su gracia y no caigamos jamás.
Actualmente son innumerables las pruebas que nos dicen, gritando, que estamos más cerca que nunca del final y hay un final porque hubo un principio de las cosas temporales; es decir, este mundo y todas las cosas arderán, todo será consumido por el fuego porque las cosas van de mal en peor y la humanidad va camino a la destrucción. Hace poco tiempo se ha descubierto el arca de Noe. También se han encontrado los restos, bajo el agua, del paso del pueblo de Israel por el Mar Rojo con  Moisés. El área en donde estuvieron Sodoma y Gomorra puede ser visitada y cualquiera puede ver los restos de una gran hecatombe de fuego. Así podríamos seguir enumerando infinidad de lugares que son mencionados en la Biblia y que testifican de la veracidad de los hechos que en ellos se narran.
Pero también podemos ver en la Biblia que se habla de la destrucción del mundo para estos tiempos y de la necesidad de arrepentirnos de nuestros pecados para no ser consumidos por el fuego que se avecina. No hagamos más conjeturas acerca de nuestra decision, empecemos a vivir una vida santa y seamos aceptos del Señor antes que venga; porque habrá un tiempo en que, la gente que sea sorprendida por la venida del Señor, buscará la oportunidad de ser arrebatados por Dios y no encontrarán a nadie predicando la palabra, porque seremos arrebatados al cielo. El tormento que sufrirán quienes no estén inscritos en el Libro de la Vida es indescriptible; no nos quedemos afuera de su gloria; entremos en su reposo.......

lunes, 4 de octubre de 2010

“.......una vasija de barro........”



La historia, del que fuera el antiguo pueblo de Dios, es rica en simbolismos patentes que explicaban, de manera explícita e inequívoca, la expresion de los sentimientos de Dios hacia sus hijos; bien sea que estos fueran para mostrar su gloria, delante de ellos, o su ira como en el caso de la vasija de barro. A pesar de las incontables ocasiones en las que Dios les advirtió las consecuencias de una mala conducta, los judíos no daban “pie en bola”, erraban una y otra vez como si estuvieran empeñados en quedar mal delante de Dios, antes que bien y Dios, a pesar de su magnanimidad, los disciplinó una y otra y otra vez, hasta hoy; pero ellos no escarmentaban, ni escarmientan aun, antes bien se hacen más necios, porque, lejos de agradar a Dios, cometen atrocidades en contra de la humanidad.
Podemos leer lo que Dios le dice a Jeremías en Jeremías 19:1 “.......Así dijo Jehová: Ve y compra una vasija de barro del alfarero, y lleva contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes.......” Jeremías obedeció la orden de Dios e hizo lo que este le dijo: Les increpó todos los pecados que habían cometido por largos años. Entre ellos menciona que habían ofrecido incienso a dioses ajenos, que derramaron sangre inocente ofreciéndole sus hijos a Baal, quemándolos en sus altares. Les declaró que, el valle donde hacían dichos sacrificios, lo llamaría Valle de la Matanza; también profetizó que los haría caer a espada delante de sus enemigos y que sus cuerpos serían comidos por aves y bestias. Pondría la ciudad en espanto.
Les profetizó que se comerían a sus hijos y a sus amigos en el asedio de sus enemigos. Después de declararles una larga lista de sus pecados, Jeremías quebró, delante de ellos, la vasija de barro y les dijo que, de la misma manera Dios quebrantaría al pueblo y a la ciudad; como una vasija que, después de quebrada, no puede restaurarse más. Como esta profecía, muchas se han cumplido hasta que Dios desarraigó de su presencia, totalmente, a Israel, después que estos mataron a su Hijo, nuestro señor Jesucristo. El pecado más grande que cometieron los judíos fue la crucifixión de nuestro señor Jesucristo y paraójicamente es solamente en Él que también tienen salvación porque Dios, en su amor, los salva si en Él creen.
En una serie de hechos históricos, Israel sigue peleando por la “tierra prometida” y ha pasado por alto la promesa de un cielo Nuevo y una nueva vida en la eternidad, con Dios. Todos podemos ver que ellos, como muchos, se han quedado en la promesa que ya está caduca porque, como depositarios de la promesa, no cumplieron con lo que les correspondía, de cumplir las órdenes de Dios. En su locura no reparan en hacerles daño a sus semejantes expulsándolos de donde viven, ancestralmente, para ponerse ellos como dueños de una tierra que no es de ellos. Hay miles de lugares en donde ellos pueden estar y que pudieran comprar con su peculio, porque lo tienen; pero ese no es el caso. Ellos quieren ese lugar porque están empecinados en conquistar la “tierra prometida” que los destruirá.

sábado, 2 de octubre de 2010

“.......nadie ha podido resistir.......”

En la historia de la relación de Dios con los hombres, destaca, por antonomasia, la relación que este tuvo con el pueblo judío y en esta, es conveniente resaltar uno de los momentos cúspides del mismo, el cual fue cuando Josué se dirige a los judíos para recordarles que Dios había peleado por ellos y que por esa causa se encontraban en reposo. El amor de Dios se había manifestado para echar a las naciones que antes poblaban el área entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, pero aun quedaba por conquistar el área desde el río Jordán hasta el río Éufrates como también había sido prometido por Dios. La fidelidad de Dios con sus promesas ha estado ligada, desde tiempos inmemoriales, por la fidelidad que los hombres le dispensaron desde los albores de la humanidad. La fidelidad de Dios hoy, depende de la nuestra hacia Él.
La condición de la fidelidad que los judíos debían observar, para que Dios cumpliera su promesa, fue estipulada por Él, de manera directa y precisa a su pueblo por medio de Josué. Todavía existía una gran obra que hacer destruyendo las naciones que quedaban en aquel vasto territorio desde el río Jordán hasta el río Éufrates. Dios les había declarado que iba a echar a esas naciones y que ellos poseerían su territorio; pero junto con esto les recordó la necesidad de observar todo lo que estaba escrito en la ley de Moisés, sin apartarse a ningún lado. Las cosas más importantes que destacó fueron: No mezclarse, conyugalmente, ni con las naciones conquistadas ni por las conquistar; no jurar en el nombre de sus dioses, no servirles, ni que se inclinasen delante de ellos. Debían de seguirle, fieles, como habían hecho hasta ese entonces.
Dice en Josué 23 :9 “.......Pues ha arrojado Jehová delante de vosotros grandes y fuertes naciones, y hasta hoy nadie ha podido resistir delante de vuestro rostro.......” una realidad vivida que confirma la fidelidad de Dios para quienes fueron su pueblo. Esa sensación de triunfalismo verdadero la podemos sentir los cristianos de hoy en nuestra realidad contemporánea y con un valor agregado inconmensurable porque, a diferencia de los judíos, a quienes se les prometió una tierra, se les dio y que la perdieron por causa de sus pecados; Dios, nos ha prometido el cielo y la vida eterna junto a Él. Qué excelencia, qué diferencia, qué increíble. Esto es inefable. De manera que, si a ellos nadie les resistió (hasta ese entonces). ¿Cuánto más, acaso, podrá resistirnos a nosotros el Diablo y sus huestes? Hemos doblegado al pecado y hemos vencido al Diablo en nosotros haciendo que Dios gobierne en nuestros corazones.
Es historia conocida que los judíos desobedecieron todas las recomendaciones y mandamientos de Dios y acarrearon para sí la condenación, que hasta hoy los sigue, porque una de las maldiciones que Dios les advirtió que sucedería, les está sucediendo hasta hoy, después de cientos de años. Dios les advirtió que, si ellos desobedecían sus mandamientos, las naciones que quedasen en aquellos territorios, no serían arrojadas (como lo había prometido), sino que se convertirían en laso, tropiezo, azote para sus costados y espinas para sus ojos. Esto es lo que hoy vemos. Quieren recuperar el territorio que tuvieron con el rey David y Salomón y no se persuaden que la voluntad de Dios va por otro lado en Cristo Jesús. La única manera en la que Dios puede considerar a los judíos y a cualquier otro habitante de la tierra, independientemente de su raza, es que obedezcan sus mandamientos en Cristo Jesús. No hay otra manera de agradarlo.
Actualmente, lo que tenemos que hacer es un ejercicio mental con nuestra imaginación y debemos imaginarnos lo que sería nuestra vida si Dios pelease por nosotros nuestras batallas, tal y como peleó por los judíos cuando entraron a la tierra prometida. Podemos tener la seguridad que vamos a vencer todas las batallas porque estamos predestinados para vivir una eternidad en su gloria. Bien nos dice Romanos 8:37: “…….somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó…….” Siendo verdaderos cristianos, no habrá nada que nos pueda doblegar en este mundo. Vivir en la gracia de Dios es tener la seguridad que, estando en sus manos, todo lo que nos pase será para nuestro bien.
Los quiero mucho. Que Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin…….